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Petro y la sinrazón del guerrero

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Fecha Publicación: 12/08/2025 - 21:50
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Hace bien el gobierno peruano, a través de la Cancillería y la Presidencia de la República, al no caer en la personalísima provocación del presidente Gustavo Petro (que, sin duda, no representa el sentir del hermano pueblo colombiano) respecto a un supuesto diferendo limítrofe entre Perú y Colombia por el distrito amazónico peruano de Santa Rosa.
El burdo intento de Petro por distraer a la opinión pública colombiana respecto a la difícil situación que atraviesa su último año de gobierno, marcado por la muerte del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, la condena del expresidente Álvaro Uribe Vélez que divide al país cafetero, el repunte de la deforestación en la Amazonía colombiana, el negativo balance de su gestión gubernamental, su fallida reforma de salud, su ineficaz iniciativa de lograr una pacificación total, el retraso y éxodo de importantes inversiones en energía offshore, el creciente déficit fiscal y la situación de ingobernabilidad que no supera, únicamente revelan la retrógrada posición del primer mandatario colombiano sobre las formas como los Estados-nación modernos resuelven sus problemas políticos.
La sola pretensión de provocar un “conflicto armado” entre dos países hermanos, cuya relación económica y comercial no está en duda, y donde sus cuerpos diplomáticos reemplazaron hace mucho la guerra como herramienta de entendimiento y convivencia, muestra a un personaje en claro estado de descomposición política.
La respuesta peruana es contundente, informando con datos históricos y científicos la situación de un territorio del cual nadie duda que sea nuestro, e incluso utiliza información oficial colombiana que confirma nuestra tesis: no existe ningún tema pendiente sobre nuestras fronteras. ¿Qué extraña razón, que no sea psicopática o psiquiátrica, explica o sustenta las declaraciones del presidente colombiano de turno? Al parecer, no habría una explicación racional para ello.
La excelente relación con nuestros hermanos colombianos no puede ser puesta en entredicho por la posición personal de un personaje político que carece de una hoja de ruta para salvar su fracaso gubernamental. Lo cierto es que este retroceso hacia las cavernas no es algo ajeno para los peruanos, que hemos vivido situaciones similares a lo largo de nuestra historia. Ello no es pretexto, sin embargo, para que no nos indigne cuando un supuesto gobernante progresista deja ver su verdadero rostro conservador, violento, autoritario y agresor.
Hacemos un llamado a nuestros gobernantes para no ceder ante la provocación. La posición peruana es, hasta el momento, alturada y oportuna, incluso al sentar presencia estatal en un lugar que había sido olvidado como frontera viva, fortaleciendo servicios públicos en salud, educación, vivienda e inversión social.
Sea este un pretexto para promover una agresiva política pública de fronteras vivas en todos los pueblos que tienen límites fronterizos con los países hermanos de Sudamérica. La voz del guerrero no puede imponerse nunca más a la razón de comunidades y sociedades que están unidas por lazos culturales mucho más fuertes que las anacrónicas apuestas violentistas.

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