Petróleo y gas en el Mar de Grau
Perú se encuentra en una encrucijada energética. A pesar de contar con reservas probadas y probables de petróleo, la producción nacional no alcanza para cubrir la demanda interna. Esta situación nos obliga a importar más del 80% del crudo que consumimos, una dependencia que nos hace vulnerables a las fluctuaciones del mercado internacional; hoy agravadas por el conflicto entre Israel e Irán. Sin embargo, el territorio peruano guarda un potencial inmenso que podría cambiar este panorama y asegurar nuestro futuro energético.
Al año 2025, Perú posee aproximadamente 428 millones de barriles de reservas probadas y probables (1P + 2P). Pero la verdadera esperanza radica en los estudios geológicos que han identificado importantes prospectos offshore, especialmente en la cuenca marina frente a Tumbes.
En esta zona, la empresa australiana Condor Energy Ltd., en sociedad con Jaguar Exploration, ha estimado un volumen prospectivo bruto de hasta 3.000 millones de barriles de petróleo. Este volumen, clasificado como recurso prospectivo no descubierto (2U), se encuentra en cinco formaciones geológicas: Bonito, Raya, Salmón, Caballa y Tiburón; aún se necesitan perforaciones exploratorias que confirmen su existencia. Además, se ha identificado un posible yacimiento de gas natural de hasta 1 Trillón de pies cúbicos (TCF) en Piedra Redonda, lo que añade otra capa de potencial a la región.
Más al sur, frente a La Libertad, la empresa Anadarko Perú B.V. ha llevado a cabo estudios sísmicos avanzados. Este proyecto contempla la perforación de hasta 15 pozos exploratorios con una inversión inicial de US$100 millones. Aunque aún no hay descubrimientos confirmados, las proyecciones de producción, en escenarios optimistas, podrían alcanzar los 150.000 barriles por día.
El Ministerio de Energía y Minas ha destacado que el éxito de estas exploraciones podría atraer más de US$1.000 millones en inversiones. Esto no solo impulsaría la economía costera, sino que también reduciría drásticamente nuestra dependencia de las importaciones de hidrocarburos (hoy en 80%). Las principales áreas productivas del país, como las cuencas del Marañón, Ucayali y Talara, con petróleo ligero, pesado, condensados y gas, podrían complementarse con estos nuevos hallazgos. Los yacimientos del Lote 192 en Loreto y los descubrimientos en el norte podrían integrarse con la infraestructura existente, como el Oleoducto Norperuano y la refinería de Talara, optimizando la cadena de valor.
La modernización de la refinería de Talara es un pilar fundamental en esta estrategia. Con una capacidad instalada de 90.000 barriles diarios, esta refinería es la más moderna de la región, capaz de producir gasolina de alto octanaje. Esta capacidad de producción de gasolina de alto octanaje es una ventaja competitiva significativa, ya que países vecinos con reservas petroleras (como Ecuador y Colombia) no cuentan con refinerías que les aseguren este nivel de calidad.
En el escenario actual, donde PetroPerú ha vendido la mayoría de sus grifos, la competencia en el mercado de combustibles se ve limitada. Esto, sumado al 18% de IGV y un impuesto selectivo al consumo del 7%, contribuye a que el Perú tenga una de las gasolinas más caras de la región. La confirmación y explotación de nuevas reservas marítimas, junto con una estrategia comercial adecuada para PetroPerú, podría ayudar a mitigar estos altos costos para el consumidor final.
La seguridad energética no solo se juega en casa. A nivel regional, es crucial buscar acuerdos multilaterales entre los países de la Comunidad Andina (CAN) para una verdadera integración energética. Aunque existen tratados que buscan la colaboración, aún se da de forma limitada. Una mayor coordinación permitiría optimizar el uso de recursos y refinerías en la región, creando un mercado energético más robusto y resiliente.
Para que PetroPerú cumpla un rol más protagónico y eficiente, es esencial considerar su transformación en una empresa público-privada con gerencia privada. Esto podría asegurar un funcionamiento más ágil y competitivo, liberándola de las ataduras burocráticas y políticas que a menudo obstaculizan su desarrollo. Una gestión privada, enfocada en resultados, potenciaría su capacidad para competir en el mercado y contribuir al desarrollo energético del país.
La región de Tumbes, si se confirman los recursos, podría transformarse en un nuevo polo energético para Perú. Sin embargo, el camino no está exento de desafíos. Los proyectos deben superar estrictos procesos técnicos, financieros y regulatorios. Un aspecto crítico es el impacto ambiental: parte del área offshore explorada se encuentra cerca de la proyectada Reserva Nacional Mar Tropical de Grau. Esto exige la aplicación de estándares ambientales rigurosos y un compromiso inquebrantable con la sostenibilidad. Tanto las empresas como el Estado han reafirmado su compromiso con los protocolos internacionales en esta materia.
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