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Piquichones de comunicadores

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Fecha Publicación: 31/10/2024 - 21:10
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Se han leído una serie de comentarios y versiones en las últimas semanas sobre la FPF y su decadencia, que no es, dicho sea de paso, ninguna novedad, ya que este penoso escenario se registra desde hace ya algún tiempo. En este contexto, tomaron protagonismo las decisiones de “jubilar” a la ADFP, que siempre manejó el fútbol rentado, y añadir, hace tres años, la mudanza de los derechos de televisión, que fueron, históricamente, la tabla de salvación de sus participantes.
Sepultar la asociación trajo consigo que los clubes quedaran atados de pies y manos, sin voces propias al momento de hacer las bases y manejar sus programaciones, cayendo en la más grande orfandad, inexperiencia y necedad de la FPF y, por cierto, del operador televisivo, que ha hecho prevalecer la última palabra.
Es decir, lo que fue un laboratorio para (mal) formar o, en todo caso, para hacer dirigencia deportiva, específicamente de fútbol, quedó a la vera del camino, bajo el entendido de que los (in)expertos estaban en la Videna y no había posibilidad de discutir barbaridades que, generalmente, eran irrefutables.
Hoy, más que nunca, cómo no extrañar a Augusto Moral Silva Santisteban, para nosotros, el más valioso directivo del fútbol profesional, quien jamás habría permitido semejante agresión a los clubes que dedican años a constituirse para que, de la noche a la mañana, se los haga polvo aduciendo vicios y un paupérrimo nivel de competencia.
Cuando era posible jugar los sábados dobletes y los domingos tripletes en el Nacional, cuando el VAR era la vista certera de los aficionados, cuando la segunda jugaba los fines de semana en el SMP, es decir, el fútbol era un espectáculo limeño que recién abrió en 1966 con la aparición del descentralizado, jugándose en cuatro ciudades de provincias con inusitado éxito.
Épocas ya desaparecidas, cuando con poco dinero e ingenio se hacían malabares, rascando la olla la mayoría, y otros clubes que gozaban del respaldo en graderías y promovían sus “divisiones menores” sin derechos televisivos ni sponsors millonarios. Eran los verdaderos dirigentes que el Perú no volverá a tener antes de caer en esas comisiones de sabihondos y atorrantes, designadas por Indecopi, que más se preocupan de sus salarios a fin de mes.
Más aún, cuando se ponen en tela de juicio las finanzas del ente federativo, que hasta la culminación del doctor Burga había dejado apetitosas cifras en moneda nacional y extranjera, o sea, millones y un sugerente superávit, para que muchos años después Lozano, muy orondo, saliera a decir que no había recursos, que estaban quebrados, cuando él mismo había formado parte de un directorio como vicepresidente de la cuestionada gestión de Oviedo.
Por añadidura, Lozano ha dicho en un espacio televisivo, inundado de exfutbolistas, piquichones de comunicadores, que él conoce una relación de periodistas asalariados por la FPF desde años atrás, lo que sería muy conveniente que los identifique uno por uno, eso sí, en la medida en que tenga las pruebas. Hablar de esta forma si no hay argumentos firmes sería solo un agregado más a su carrera pública, que se ventila hoy en tribunales.
Lo demás es historia, cuando los árbitros miran con los ojos cerrados el offside que perjudicó a Comerciantes de Iquitos, privando al club loretano de jugar la final y el ascenso en la segunda profesional, o cuando la Conmebol sanciona la osadía y desvergüenza del presidente por la venta de entradas y le impone un ridículo castigo económico. Lozano, el año entrante, irá por un nuevo período de 4 años ante un proceso reeleccionista frente a una asamblea de bases complaciente y sumisa. De esto estamos seguros. Pensamos que es una muestra de los absurdos que se registran en nuestro maltrecho balompié. Por lo menos, de momento, tiene más chance que Juan Pablo II.

Por Bruno Espósito Marsán

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