Planeamiento contingente: El caso de coronavirus en Perú
Akio Morita, cofundador de Sony, ya fallecido en 1999, siempre decía a sus empleados que no debían volver a inventar todo sino que podían -y debían- imitar a otros que ya hacían bien las cosas que ellos querían hacer, para luego aprender de ello y finalmente, una vez aprendido, mejorar el producto o servicio que iban a proveer.
Imita, aprende y mejora: ciertamente una filosofía muy inteligente y eficiente en términos de costos.
Entonces, entrando en materia, hagámonos la siguiente pregunta:
¿Qué debemos imitar, aprender y mejorar de otros países en su manejo de la crisis del Covid-19, así como de nuestras pasadas experiencias de epidemias en Perú?
1. Manejo de información: La información relevante de la crisis, casos, infecciones, muertes, tasas de mortalidad y demás, deben ser trasparentes y dadas de manera estandarizada y transversal centralizada en una sola autoridad, en este caso el Ministerio de Salud en forma oportuna, confiable y completa, con la periodicidad que sea necesaria -diaria es lo más recomendable- de modo tal que la población confíe y acuda a ella como fuente de información.
Así se evitará la pandemia del miedo que generan los medios -en todos los países- con sus titulares de impacto mediático en ausencia de información oficial estandarizada.
2. Protocolos de contención: Se deben establecer los criterios de decisión/cursos de acción a tomar sobre los niveles de infecciones y autoridades que toman las decisiones sobre cuarentenas, atención de casos graves, suspensión de clases en colegios e instituciones educativas, lugares de reunión pública y demás actividades que faciliten el contagio, de modo tal que cuando suceda no se pierda tiempo en activarlas, lo que solo favorecería un mayor nivel de contagio y mortalidad.
3. Planeamiento de continuidad: Como consecuencia del numeral anterior, en vista que las suspensiones de clases y/o cuarentenas en otros países son por plazos y extensiones geográficas significativas, se debe planificar la continuidad -en la medida de lo posible- de las actividades educativas, laborales y demás para evitar o minimizar las disrupciones de estas.
Dentro de la gama de decisiones a tomar están el uso de clases online en centro educativos, el uso de la nube como sistema central de almacenaje de la información de toda institución pública o privada con acceso remoto para los usuarios, el aumento de stocks y diversificación de proveedores en las empresas para evitar roturas de la cadena de abastecimiento y así sucesivamente se debe anticipar -y planificar soluciones acorde- todo perjuicio posible a la continuidad de las actividades de cada institución.
El criterio general a adoptarse es que se debe planificar para lo peor y esperar lo mejor, ojala así suceda.
Pero claramente, lo que no podemos hacer es no planificar anticipándose a los eventos y dejar que las cosas sucedan.
Salvo una página informativa general del Minsa y un informativo post en Facebook de la ministra de Salud el pasado sábado, no vemos mayor información oficial estandarizada.
El anuncio presidencial de hoy miércoles sobre la cuarentena obligatoria a pasajeros provenientes de países en donde hay brotes de Covid–19, junto con la postergación del inicio de clases hasta el lunes 30 de marzo, son un paso en el sentido correcto, pero aún falta implementar lo que sugerimos en este artículo.
Aún estamos a tiempo de hacerlo.
Jose Quesada Seminario