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Planificación y trabajo arduo para salir del subdesarrollo

Fecha Publicación: 12/08/2024 - 22:30
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Los resultados obtenidos por Perú en los Juegos Olímpicos de París 2024 deben servirnos como una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la planificación a largo plazo y el compromiso necesario para alcanzar metas significativas. En una sociedad donde se busca el éxito de manera instantánea, es crucial recordar que los logros duraderos requieren esfuerzo continuo y dedicación. Suelo aconsejar a los jóvenes que, aunque es fundamental soñar, la única manera de convertir esos sueños en realidad es despertar y enfrentar la vida con determinación y trabajo arduo. La mejor prueba de esto es nuestro medallista olímpico de bronce, Stefano Peschiera, quien comenzó a prepararse desde que era un niño de solo seis años.
Un experimento atribuido a la Universidad de Harvard ilustra perfectamente esta idea. En el estudio, a un grupo de niños se les ofreció una elección: podían tomar un chocolate de una bolsa que estaba frente a ellos y retirarse, o esperar una hora con la bolsa de chocolates delante y recibir la bolsa completa al final. Dos décadas más tarde, se descubrió que los niños que fueron capaces de esperar y resistir la tentación de la recompensa inmediata eran mucho más exitosos en sus vidas que aquellos que optaron por la gratificación instantánea. Este experimento destaca la importancia de la paciencia, la autodisciplina y la capacidad de enfocarse en recompensas futuras más grandes en lugar de ceder ante la satisfacción inmediata.
Si analizamos los resultados deportivos de las Olimpiadas, es evidente que los ganadores son aquellos que se comprometieron con su sueño desde pequeños. Estos atletas han dedicado años, incluso décadas, a perfeccionar sus habilidades, superar desafíos y mantenerse enfocados en su objetivo final. Lamentablemente, en Perú no hacemos lo mismo. A menudo, nuestros deportistas sufren el abandono de quienes deberían apoyarlos, con muy pocas excepciones. Es irónico que, a pesar de ser un país más grande y con más recursos que otros, no logremos resultados comparables en el ámbito deportivo. Incluso naciones con menos recursos consiguen medallas como resultado de esfuerzos consistentes a lo largo de varios lustros.
Una excepción notable parece ser el apoyo al fútbol, que recibe un respaldo significativo en el país. Sin embargo, incluso en este caso no se promueve el compromiso a largo plazo. A menudo pasamos por alto las conductas improductivas y autodestructivas que caracterizan a muchos de nuestros ídolos del fútbol. Para ilustrar este punto, basta con observar los casos de figuras como Hugo Sotil, Christian Cueva y Reimond Manco. Este último, recordemos, fue reconocido como el mejor jugador del Sudamericano Sub-17 de 2007, superando incluso al colombiano James Rodríguez, quien fue el segundo mejor jugador. Sin embargo, con el tiempo, la diferencia entre aquellos que se comprometen con un objetivo a largo plazo y aquellos que buscan la recompensa inmediata se vuelve evidente. Rodríguez siguió trabajando duro y alcanzó el éxito en su carrera profesional. Manco no pudo mantener ese nivel de compromiso y disciplina, lo que limitó su desarrollo y potencial.
Este mismo patrón de comportamiento se refleja también en nuestras decisiones políticas. Con frecuencia, al elegir a nuestras autoridades, nos dejamos seducir por promesas de corto plazo, muchas de las cuales son casi imposibles de cumplir. Nos convencemos con soluciones rápidas y fáciles a problemas complejos, sin mayor reflexión. Lamentablemente, esta tendencia a buscar la gratificación instantánea en lugar de invertir en el futuro conduce a un ciclo recurrente de insatisfacción y desilusión. Elegimos líderes basados en promesas vacías y, cuando inevitablemente no cumplen con nuestras expectativas, los repudiamos, olvidando que nosotros mismos los pusimos en un puesto de poder.
En conclusión, los resultados de las Olimpiadas de París 2024 y el experimento de Harvard nos enseñan una lección crucial: el verdadero éxito, ya sea en el deporte, en la vida personal o en la política, se logra a través de la paciencia, la disciplina y el compromiso a largo plazo. Es hora de que como sociedad adoptemos estos valores y comencemos a planificar para el futuro en lugar de buscar gratificaciones instantáneas que a menudo son insatisfactorias y efímeras. Solo entonces podremos construir una nación más próspera y exitosa, capaz de alcanzar sus sueños y desplegar su verdadero potencial.

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