¿Pobres? ¡Pobrísimos!
Desafortunadamente la gente en nuestro país es más pobre de lo que tenemos capacidad de imaginar. Si revisamos el último informe del INEI, más del 20% de la población es paupérrima, vive con menos de S/ 344 al mes, utiliza leña, carbón, bosta o algún medio contaminante para cocinar. Sus viviendas tienen techo de calamina, cartón o materiales de desecho, y piso de tierra. Quizás esto es casi un lujo para aquellos en extrema pobreza que viven con menos de S/ 188 al mes. Soles más, soles menos, hay demasiados indigentes en el país. La palabra bienestar les es desconocida porque desde que abrieron los ojos al mundo, solo luchan por sobrevivir.
Dicho esto, a pesar de que el PBI está de moda y todos se llenan la boca con predicciones que luego serán modificadas, se ha quedado corto, no puede ser el único indicador del progreso económico. Si bien es la herramienta más estandarizada para medir la riqueza de los países (aunque en el Perú resulte una ironía) no dimensiona el acceso a la educación, la salud, infraestructura o a un empleo formal y de calidad, vale decir, el bienestar de los ciudadanos, ni tampoco recoge la economía informal o la evasión de impuestos. Como bien dicen algunos expertos, el PBI no les sirve a los gobiernos para tomar decisiones sino para que los países compitan entre sí. Martín Vizcarra se llena la boca diciendo que el Perú es el crack latinoamericano, el que más crece, pero ¿acaso ser los primeros nos ha servido para bajar los índices de anemia o para contar con hospitales bien equipados que puedan atender tragedias como la reciente en Villa El Salvador? No. Sin la solidaridad del ciudadano de a pie hubiera sido imposible atender la emergencia.
El MEF confía en que con el nuevo Congreso podrá aprobar un paquete de medidas legislativas para impulsar la actividad productiva del país. La señora Alva no tiene idea de la magnitud del monstruo de mil caras que tendrá que enfrentar. Los temas económicos no han estado en la agenda de ninguno de los candidatos, o por falta de conocimiento o porque el populismo y la politiquería venden mejor. Además, estoy segura de que jamás imaginó, ni en sus peores sueños, que el Frepap se convertiría en la segunda fuerza política del país. Le recomiendo leer “El arte de la guerra” de Sun Tzu: “Solo cuando conoces cada detalle de la calidad del terreno puedes maniobrar y luchar”.
Mientras que aquellos que viven en la pobreza extrema no le cuestan casi nada al Estado, quizás algún eventual programa social, ¿cuánto nos cuestan los políticos y la pesada corte que los rodea? Ministros, congresistas, gobernadores regionales, alcaldes, regidores, concejales más sus asesores, consultores, comunicadores, portapliegos, interminable lista de presupuestívoros que cuestan mucho más de lo que valen.
Al final, respetaré al gobierno que se atreva a reducir el Estado y a medir con mayor frecuencia los índices incómodos, afrontando las consecuencias. ¡Gobernar con verdadera visibilidad!