Pocos pelos, pero bien peinados
Al finalizar la visita de la OEA, se cuenta que, en los pasillos de Palacio, un Castillo envalentonado decía que los ronderos estaban listos para asaltar el Congreso si éste no se alineaba con el pueblo. El mandatario se sentía muy seguro y complacido porque el Tribunal Constitucional (TC) le quitó del camino el proceso por traición a la patria en su contra. En realidad, el TC dio una señal de que en el Perú existe la separación de poderes. Por esta razón, Castillo tuvo que apagar rápidamente su estado ‘machazo’.
La mañana del jueves, el mismo TC ratificó la constitucionalidad de la Ley 31399 sobre el referéndum y así dejó infundada la cuestión de confianza de Torres. Inmediatamente, la Mesa Directiva del Congreso rechazó de plano la cuestión presentada por el Ejecutivo en defensa del fuero parlamentario y el orden constitucional. Al terminar el día, Castillo activó su modo víctima y pronunció un mensaje aceptando la renuncia de Torres. Con natural despropósito, el presidente aseguró que se dio el ‘rehusamiento de la confianza’, un concepto tácito para la primera denegatoria.
El augurio del “cuco golpista” tiene obsesionado a Castillo, al punto de hacernos vivir la catástrofe de una confrontación interminable. En su mente resulta ineludible la disolución del Congreso y busca, con hiperactividad, que lo acusen de violar el artículo 117 de la Constitución: “El Presidente solo puede ser acusado en su periodo ... por impedir la reunión o funcionamiento del Congreso...”. En el ínterin, no le interesan los transportistas paralizados, el desabastecimiento de alimentos, maestros sindicalistas en huelga de hambre, grandes inversiones que empiezan a marcharse y más del 80% de peruanos que quieren el fin de este gobierno. Prefiere gozar cada mensaje recibido de AMLO, su tóxico homólogo mexicano.
La OEA nos deja la paremia: “Del lobo, un pelo”. Debemos esperar que recomiende la instalación de una mesa de diálogo para encontrar formas de convivencia. O sea, puede dejar al Gobierno y al Congreso en el mismo nivel, para demostrar su “perfecta equidad”... Lo mismo que nada.... Pero si pensamos que van a recomendar a Castillo que responda sobre las denuncias en su contra para aclarar las cosas, sería como esperar que los chanchos vuelen.
Un adagio distinto nos deja la respuesta del Congreso a la cuestión de confianza: “Pocos pelos, pero bien peinados”. Hay que cuidarlos para no perderlos, porque pueden solucionar la crisis. Los radicalismos o posiciones irascibles no permiten dialogar y así no funciona. La prensa fustigó con exageración el intento de diálogo en la casa de la congresista Amuruz. Pero más estorban aquellos políticos que se dejan dominar por el placer de enfrentarse a sus opositores.
Tras casi un año y medio de gobierno, hemos tenido dos procesos de vacancia fallidos. Necesitamos un ten con ten, si se quiere superar este delicado momento de nuestra historia. Nadie confía en nadie, sin embargo sólo con diálogo y moderación se consiguen los votos necesarios. Congresista, si te acusan de golpista, encuentra tu momento zen, acepta que un niño o camuflado está dispuesto a lo que sea por no perder la mamadera. Cualquier iniciativa por “digna” que luzca debe ser evaluada con cuidado, más si provienen de los menos confiables.
Los que buscan el conflicto quieren que la oposición se resquebraje y eso nos aleja de la vacancia. No es posible que el Perú siga así. Recodemos la frase del orador griego Demóstenes: “El hombre que piensa que debe su nacimiento sólo a sus padres esperará hasta que llegue su natural y destinado final; el que es hijo de su nación está dispuesto a morir antes que verla esclavizada, y vigilará esos agravios e indignidades, que en la sujeción al bien común se ve impulsado a soportar, como más aterradores que la propia muerte”.
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