¿Podemos ser felices?
Mientras en el Perú seguimos sufriendo el impacto de la crisis provocada por violentistas de extrema izquierda y la naturaleza se ensaña con nuestro pueblo y, a muchos kilómetros de distancia, mueren miles de personas en Ucrania como consecuencia de la invasión dirigida por el tirano Putin, en el norte de Italia, en las orillas del lago Como, se cierra hoy la V Cumbre Mundial de la Felicidad.
Han sido tres días de sesudos análisis basados en una premisa central: que la riqueza no es necesariamente la base para ser feliz y que la búsqueda de la felicidad tiene muy diversos caminos en algo tan complejo como la naturaleza humana.
Fue David Cameron, ex primer ministro del Reino Unido, quien lideró la idea de propiciar una política que buscara la felicidad de los habitantes de su país y que esta sensación de bienestar o para el caso malestar, fuera medida en la misma medida en que se mide, por ejemplo, el producto bruto interno o su distribución per cápita (lo cual no necesariamente es un buen índice de la distribución de la riqueza o de las desigualdades existentes en una nación).
Si como señala Ortega y Gasset, el ser humano es él y su circunstancia y, dentro de ese contexto, una vez cubiertas las necesidades primarias se desatan las secundarias, podríamos tener una explicación de por qué las necesidades de nuestra especie jamás podrán ser cubiertas en su integridad: la lucha por la vida no se reduce a estabilizar la comida, el techo y la vestimenta sino que va estrechamente ligada a nuestra condición espiritual e intelectual.
Está claro que no podemos llevar la felicidad a todos los peruanos meramente a través del desarrollo económico, especialmente tratándose de un país como el nuestro con tantas culturas, lenguas y etnias. Por ello, un factor esencial es el reconocimiento de nuestra diversidad y el profundo estudio de sus características para comprender con eficiencia y solidaridad qué entienden por felicidad nuestros compatriotas y cuáles son las políticas heterogéneas que debemos seguir para que quienes gobiernan puedan hacerlo en la inteligencia de lo que realmente es el Perú.
No se trata sólo de descentralizar o regionalizar o como quieran llamar a los procesos de empoderamiento económico y político de las diferentes regiones de nuestra Patria: se trata de integrarnos con base en la tolerancia y la comprensión de los diferentes tipos de necesidades que albergan el corazón y la conciencia de los peruanos.
Cuando David Cameron entregó el cargo de primer ministro en el 2016 a Theresa May se fue tarareando una canción y con una intensa cara de satisfacción. Tal vez ahí encontró su momento más feliz porque, como sabemos, la felicidad no es ni puede ser permanente.
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