Poder, corrupción e injusticia
La comedia constitucional caviar que ha generado la destitución, por parte del Congreso, de dos integrantes de la Junta Nacional de Justicia (JNJ), merece un breve recuento que explica el nivel de corrupta politización al que ha llegado la justicia en el Perú del cual la principal víctima es el peruano que no tiene plata o influencia política o mediática, vale decir, quien no tiene vara.
El primer acto fue precisamente la decisión mayoritaria del Congreso de destituir sólo a dos de los miembros de la JNJ cuando debió separarlos a todos por las claras violaciones constitucionales que habían cometido. Una vez más saltó el juego oscuro de intereses de una institución rebosante de corruptos que creen que desde su curul pueden hacer lo que les da la gana, salvo honrosas excepciones.
El segundo acto ha sido la insólita medida cautelar, por muchas razones inconstitucional, expedida por nada menos que la 1ra Sala Constitucional de la Corte Superior de Justicia de Lima que repuso en sus cargos en la JNJ a los defenestrados Inés Tello y Aldo Vásquez: cuando se trata del pellejo de los suyos los caviares no tienen escrúpulo alguno.
El tercer acto lo protagoniza la repuesta de Inés Tello, que sin rubor alguno plantea la destitución de la suspendida Fiscal de la Nación, Patricia Benavides, por 4 faltas graves. Es obvio que, además de los odios personales, la caviarada teme el retorno de Benavides a la fiscalía y ha montado un operativo de demolición para librarse definitivamente de ella.
El cuarto acto lo ejecuta el Tribunal Constitucional que entra a poner las cosas en orden al suspender los efectos de la inconstitucional cautelar que amparaba a Tello y Vasqúez señalando que menoscaba facultades exclusivas y excluyentes del Congreso y,de esta forma, atenta contra el principio de separación de poderes. Ampara así una cautelar planteada por el propio Congreso de la República.
Con lo cual no se cierra el telón, porque aún falta el pronunciamiento final de la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema, pero sí se exhibe, en toda su pestilencia, el poder y la corrupción de la mafia caviar que con uñas y dientes intenta mantener sus privilegios.
¿Y el ciudadano de a pie dónde queda?
Como siempre en balcón, sujeto a los vaivenes del poder, en un escenario en el cual es lamentable que quienes confrontan a los caviares en el Congreso mayoritariamente se encuentren inmersos en visibles actos de corrupción o en oscuros contubernios que han conducido al blindaje de “Niños” , “Mochasueldos” y otros y a la elección de personajes impresentables en la Defensoría del Pueblo y la Presidencia del propio Poder Legislativo.
¡Necesitamos una Revolución Pacífica!
(*) Presidente de Perú Acción
Presidente del Consejo por la Paz
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