Poderes del Estado
¿Cuántos poderes tiene el Estado peruano? La respuesta es sencilla, en realidad. Pero la realidad no suele importar en el mundo de la posverdad progresista que suele acomodar las cosas a su antojo para que calcen dentro del objetivo de su narrativa. La verdad solo es “cierta” cuando ha sido oleada y sacramentada por uno de estos falsos ungidos en “certeza”.
La semana pasada, subí a mi cuenta de twitter (me rehúso a llamarle “X”) unas líneas objetivas que, por supuesto, fueron tomadas por opinión ideologizada por aquel sector que transpira victimización so pretexto de imposición ideológica. “La JNJ no es un poder del Estado y si el Congreso destituye a sus miembros NO SERÍA UN GOLPE!”, fue lo que publiqué.
La corrección política ha sido diseñada unilateralmente por el sector progresista que ha decidido que defender a la JNJ es políticamente correcto. Ser un defensor de la institucionalidad del Congreso, sin embargo, te coloca en una posición exógena de dicha burbuja victimizada.
Para defender a las personas afines a sus ideas están dispuestos a inventar lo necesario. La nueva mentira es que la JNJ es un poder del Estado. Periodistas, políticos, activistas y trolls repiten al unísono, cual loros, lo que sus becerros de oro repiten desde el éxodo, no el bíblico, pero sí el de Castillo de Palacio. Han insistido en que estamos en la víspera del apocalipsis y que lo único que mantiene nuestra endeble democracia es la permanencia de los 7 miembros de la JNJ.
Sin que eso fuera suficiente, han agregado a ese serpentino discurso que, de ser removidos de cargo, será el Congreso quien designe a sus sucesores. Nuevamente, falso. Hay 7 suplentes quienes están habilitados para reemplazar a quienes sean destituidos y, en caso haya que elegir a una nueva Junta, no es el Congreso sino 7 miembros compuestos por el Defensor del Pueblo, el Presidente del PJ, el fiscal de la Nación, el presidente del TC, el contralor, un rector de las universidades públicas y un rector de las universidades privadas.
Luego de haber sido desmentidos, continúan insistiendo en que estas instituciones están manipuladas por el Congreso, institución que el progresismo dibuja como una hidra de 130 cabezas. Como si no fueran perro, gato y pericote divididos en una docena de bancadas.
Estos presuntos defensores de la democracia están disgustados con los representantes que no son afines a ellos. Respetan la democracia siempre y cuando les permita a ellos o a sus peones ser parte y dominar la conversación, pero cuando no son mayoría, cuando no dominan la narrativa, es un complot. Es una dictadura parlamentaria.
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