¿Político, yo? ¡Sí, tú, político!
Más de una vez me he referido, sea de manera expresa o implícita, a la curiosa actitud de mucha gente sobre todo jóvenes –incluso con estudios universitarios– que pretenden tomar distancia, al menos de palabra, de todo lo que sea político. “Yo trabajo”, “yo estudio”, “no hago política”.
Parece que se tiene la idea errada de que solo hacen Política, así con mayúscula como corresponde, quienes ostentan un cargo público proveniente de elección popular. Pareciera que los electores que escogen a dichos funcionarios no existieran, fueran un espejismo.
Grave confusión y distorsión de la realidad en la que incurre buen número de personas y en las que también es fácil hacerlos caer en cuenta.
En efecto, Política hacen todos aquellos que con mayoría de edad e inscripción en el registro electoral son ciudadanos de un Estado y toman decisiones sobre el gobierno de esa sociedad organizada para obtener el bien de sus integrantes.
Ya sea en el nivel nacional (presidente de la República y congresistas), en el nivel regional (gobernadores y consejeros) o en el nivel local (alcaldes y regidores provinciales y distritales), es claro e ineludible que quienes acceden a tales cargos y funciones de gobierno -y que son realmente una minoría pues grosso modo no exceden de 21,000 personas- son escogidos formalmente por una gran mayoría de electores, que en conjunto suman alrededor de 22 millones de ciudadanos.
Lamentablemente, en un país como el Perú en que hay inscritos casi una treintena de partidos políticos, y centenares de movimientos regionales y locales, parece un reto por cumplir alcanzar una adecuada formación en materia política.
Ello supone informarse adecuada y cabalmente sobre lo que representa, en ideología, plan de gobierno y trayectoria de sus integrantes, cada una de esas organizaciones políticas, no solo para escoger bien una alternativa sino, principalmente, para activar en ellas y sustituir con personas se supone más aptas, a aquellos a quienes se suele criticar muchas veces fácil e injustamente porque solo se conoce la caricatura que de ellos hace una irresponsable e interesada desinformación.
Incluso, falta que quienes deciden abstenerse de votar en cada elección entiendan que dicha abstención también es un gesto político pues implica dejar que otros (los que sí acuden a votar) decidan por ellos.
Sin duda, la situación que describo la conoce y utiliza bien a su favor el actual gobierno, que ha creado una fantasía de conflicto y entrampamiento, que al final no es sino una excusa para cubrir su propia incapacidad e ineficiencia.