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Pongámosle freno al desastre

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Fecha Publicación: 02/10/2021 - 23:00
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¿Cómo podemos permitir que un presidente chantajee al Parlamento, blandiendo esa bandera roja de la cuestión de confianza -tras la espantosa experiencia con Vizcarra- procurando en esta oportunidad que el comunismo se atornille per secula en el poder? Este mero hecho de extorsionar al primer poder del Estado para facilitar la instalación de un totalitarismo prosenderista, comunista, constituye una razón más que suficiente para vacar al mandatario extorsionador.

La inestabilidad que propicia el régimen prosenderista de Castillo genera caos y temor. Aquello aumenta el precio del dólar; hecho que eleva el costo de vida. Lo que a su vez fomenta el descontento social y finalmente evapora la inversión privada. Consecuencia socioeconómica de tamaño atentado es que quien paga el pandemonio es el pueblo.

Semejante atentado es, sin duda, otra razón más para vacar a los culpables. En este caso al presidente de la República y junto con él a su consejo de ministros. No hacerlo sería permitir que siga gobernándonos una partida de incompetentes en administrar el Estado, aunque genios en la destrucción de éste.

Gente que impulsa una autocracia a base de engañar al pueblo con prebendas. Ejemplo, bonos de toda naturaleza que, al final del día, acaba pagando el propio ciudadano vía impuestos directos o indirectos. Es más, la multimillonaria partida presupuestal para obtener el pago de esos bonos afecta directamente a presupuestos sectoriales como Salud, Educación, Seguridad.

De modo que, al fin y al cabo, la desmejora en estos servicios públicos afectará al pueblo tanto o más que las migajas que reciba en bonos que acaban licuándose en gastos corrientes.

Esta barbaridad la impone Castillo sin medir las consecuencias de su infame gestión. O tal vez sí la valore, dentro de esa lógica de agudizar las contradicciones haciéndole la vida cada vez más dura al ciudadano, al trasladarle la culpa de sus miserias a “los ricos del país” optando por destruir a la población a cambio de construir una sociedad bajo el domino del apparatchik marxista que empobrece a todos.

Excepto a esa cúpula roja que gobierna repleta de todos los beneficios dinerarios, prodigalidades y lujos que les vemos exhibir a los jerarcas cubanos y venezolanos.

Ante un desorden caótico como el actual, el silencio y el brutal desmanejo presidencial en materia política generan cada vez más anarquía. Se nota en los primeros sesenta días de extravagancias rojas de Castillo. El Perú no merece seguir un día más siendo prisionero de esta mafia comunista. Treinta y dos millones de peruanos soportan hoy una hecatombe socioeconómica y política, como nunca antes la había sufrido el Perú.

Desde luego quienes proporcionalmente más sufren las consecuencias de semejante atentado criminal -contra la vida y salud de la sociedad- son los más necesitados.

El país no es un tubo de ensayos para que una partida de piromaniacos experimenten con la ciudadanía una transformación de estructuras tan inconstitucional e incoherente como las bases atrabiliarias que vienen sembrando a nombre del “pueblo”. Esto sólo lo resuelve una vacancia presidencial.

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