Populismo y manipulación social
El populismo es definido por el Diccionario de la RAE como: “popularismo” y “Tendencia política que pretende atraerse a las clases populares”, indicando que tiene un sentido despectivo.
Desde el punto de vista de la sociología, se tienen reportes de que el populismo aparece en ciertos movimientos en la Rusia de mediados del siglo XIX, y que luego fue tomando forma como una oposición entre el pueblo y la élite, y que se enarboló en las revoluciones que trataron de involucrar a las masas populares.
Rodríguez Sáez (2018) señala que "El populismo es un concepto que se halla en los confines de la teoría social y política. Habita en los márgenes, es periférico y retorna siempre. Es un concepto límite para tiempos límite". Y añade una idea interesante: "La experiencia de los populismos en el mundo contemporáneo tiene sus raíces históricas a partir de los primeros procesos de modernización capitalista y la conformación de los Estados nacionales en el siglo XIX".
Sin duda, el término se ha complejizado y hoy se habla del populismo en el arte. El propio Vallejo decía que “el arte viene del pueblo y va hacia él”. Hoy en día se han roto las barreras entre el arte popular y el arte culto. Es más, lo popular impregna todo el arte.
Más allá de ello, mirando el tema con enfoque sociológico, hay un tono demagógico en el populismo actual, siempre tratando de encandilar al “pueblo” con falsas promesas, para llevarlo a un espejismo de proyectos inmediatistas, sin fondo ni proyección.
En el caso internacional, los regímenes de Hugo Chávez (padre de Maduro) y de Evo Morales tienen altas dosis de populismo: la promesa de un paraíso de palabras, incluso apelando al control dictatorial, la violencia contra los opositores, en medio de una economía que aparentemente beneficia a las “mayorías”. Lo de Chile es más sintomático: las masas, cuando explotan, generan caos social.
Rodríguez Sáez añade que “los discursos populistas serían el instrumento de comunicación que enlaza, mejor o peor, la base social con los referentes simbólicos y la ideología”.
Yo diría que más bien el populismo es una forma de manipulación social a gran escala. Debemos estar atentos para criticar y erradicar los discursos populistas, porque no son útiles para el auténtico desarrollo.
El Perú se pudo levantar de los destrozos causados por el terrorismo y la crisis económica en base al esfuerzo, trabajo y sacrificio de todos los peruanos. No ha sido fruto del populismo de algún partido político ni menos. Todavía tenemos un reto pendiente hacer del Perú un país desarrollado, con igualdad de oportunidades para cada uno de los ciudadanos.
Todo esto es posible con un cambio de actitud mental, con una visión entusiasta y positiva de la realidad, enarbolando los valores humanos, haciendo todo lo posible para lograr la armonía familiar y social.
He allí la importancia de una auténtica ciudadanía -que es lo opuesto a existencia de masas anónimas y manipulables-, para vivir con dignidad, creatividad, inteligencia, paz y buena voluntad.
(*) Escritor, sociólogo y analista político. Consultor Internacional en Derechos Humanos para VIACTEC.
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