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Por los caminos del Señor

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Fecha Publicación: 13/11/2021 - 21:20
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Hola… Se llama Sam Walton; es posible que su nombre no nos diga mucho; sin embargo, esta persona norteamericana fue la fundadora de la red minorista más grande del mundo. Un día reunió a los gerentes de su empresa que están distribuidos por todo los Estados Unidos y les habló de esta manera:

“Cuando voy a un restaurante soy de los que se sientan a la mesa y espera pacientemente, mientras el mesero hace todo menos anotar mi pedido. Soy de esas personas que cuando va a una tienda espera callado, mientras los vendedores terminan sus conversaciones privadas. Cuando voy a la gasolinera con mi carro jamás toco la bocina, al contrario, espero pacientemente para que el empleado termine de leer su periódico.

Además de todo esto, cuando para comprar una pieza de recambio y explicar la urgencia que tengo de que me llegue a tiempo, pueden pasar tres semanas y no hago nada al respecto. Cuando entro a una tienda doy la impresión que estoy pidiendo un favor, rogando ser regalado por una sonrisa o ser atendido.

Dicho lo anterior, es posible que ustedes piensen que soy una persona quieta, paciente, del tipo que nunca crea problemas… Pues no es así, porque yo soy el cliente que jamás volverá a ir a uno de esos lugares donde fui tratado tan despectivamente.

Veo que, a través de los medios de comunicación, nos llenan de publicidad para que seamos clientes de empresas que nos traten de esa manera; empresas que ofrecen los mejores productos del mundo, pero que les falta un detalle: “Tratar con cortesía al cliente”.

Y quiero decirles una cosa, en realidad el único jefe de la empresa es el cliente, por una sencilla razón, porque él puede despedir a todos de una manera muy simple: no dándonos su dinero y yendo a comprar en otro lugar donde lo traten con respeto y cortesía”.

Conociendo a quien dijo estas palabras, te reitero que fue el creador de la empresa más grande del mundo, que vende de todo y que son cientos y miles de colaboradores distribuidos por los Estados Unidos.

Antes de irme, quiero comentarte ¡cuánto tesoro hay en nuestra vida si descubrimos que “el otro” es mi principal fuente de riqueza! No podemos ir por la vida pensando a ver qué me da el otro, sino qué es aquello que yo le puedo dar con “generosidad” y “cortesía”.

“No se hace un país diferente con gente indiferente”.

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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