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Por los caminos del Señor

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Fecha Publicación: 04/06/2022 - 22:00
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Hola… Esta frase que vas a leer, al menos para mí, es de un autor anónimo, por ello no lo reseño por no saberlo, pero personalmente la encuentro maravillosa: TODOS SOMOS EL MALO EN EL CUENTO DE ALGUIEN.

Lo vamos a dejar ahí y en cualquier momento “echaremos mano” de esta frase.

Son ya 43 años de mi vida dedicados a la educación. Dos son los colegios en los cuales he desarrollado mis capacidades de educador, primero en el colegio San Agustín y en estos tiempos en el colegio Nuestra Señora del Consuelo. En el año 79 yo tenía 23 años cumplidos, la primera vez que llegué al colegio San Agustín, recuerdo que eran las 11:30 de la mañana de un día lunes y recién al ingresar al colegio, pude ver en los patios cerca de mil alumnos jugando. Nunca se me olvidará que sonó un timbre, en aquella época cuatro personas indicaban a los jóvenes que formasen para ingresar a los salones. Entre ellos, una figura imborrable, una auténtica leyenda del colegio San Agustín, el profesor Luis Alberto Pérez-Vargas Cueva. Yo tenía 23 años, él no tendría más de 30, con él compartí más de 25 años, y puedo constatar la riqueza de este hombre en aquello que él hacía con tanto esmero y cariño, pero al mismo tiempo con una palabra clave: AUTORIDAD.

Nunca en mi vida, en 43 años que han pasado, he conocido a una persona que tuviera las cualidades que tenía el profesor Pérez-Vargas. Un trabajador incansable, a las 4:00 de la mañana estaba con los cadetes de la policía en Chorrillos, a las 7:00 de la mañana estaba ya en la puerta principal del colegio San Agustín con los alumnos, hasta las 4:00 de la tarde. Te puedo decir que era una persona que sabía mandar, pero al mismo tiempo los alumnos no dudaban en obedecer. Lo que te voy a contar ahora es verdad, acabo de abrir una agenda del año 1987, la tengo delante de mí y veo que escribí en ella un dato, en ese año el colegio San Agustín tenía 2,700 alumnos, “lo firmo ante el notario.” Pérez Vargas conocía el nombre y los dos apellidos de todos ellos. Sorpréndete, lo viví y te lo cuento así, cuando se le acercaba un exalumno, le decía el nombre y los dos apellidos y en muchos casos les hablaba de sus padres sin errar una sola experiencia.

Simplemente quería rendir homenaje a esta leyenda del colegio San Agustín, QUE EN PAZ DESCANSE.

“La medida del amor, es el amor sin medida”. San Agustín.

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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