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Por los caminos del Señor

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Fecha Publicación: 22/07/2023 - 21:30
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Hola… En varias oportunidades nuestra conversación dominical se da desde el pueblo donde nací, en la provincia de León, España, como lo es en esta ocasión. La historia de mi pueblo se remonta a alrededor de dos mil años atrás. Todo ello está documentado basándose en que a unos kilómetros, no más de tres, hay una mina de oro que en la época del Imperio Romano se llamaba las “Médulas”, en la que los esclavos de los romanos extraían el oro de las montañas. Hoy en día uno puede ver los millones de toneladas métricas de tierra que fueron removidas para extraer el oro que los soldados romanos llevaron a Roma.

Los soldados no extraían el oro, sino que lo hacían esclavos que se contaban por miles, eran tomados prisioneros y llevados a trabajar a sus minas; una de ellas, la de mi pueblo. Aún se conservan unos inmensos árboles que producían el alimento para los esclavos.

Estos árboles se llaman “castaños” y su fruto son las castañas, de una riqueza nutritiva única, como única era la comida que se le daba a los esclavos. Definitivamente, la vida de ellos era muy breve por el esfuerzo y la falta de alimentación aunque con las castañas podían sobrevivir. Recuerdo que cuando era niño podíamos jugar en el interior del tronco de más de 3 metros de diámetro de estos inmensos castañales.

Para cuidar estas minas, venían soldados de la “Legio VII Gemina” (hoy Ciudad de León). En mi pueblo había una Atalaya o mirador que servía para visionar si venían personas a robar el oro y su función era defender las minas. En torno a la atalaya empezó a vivir gente que daba servicio a los militares romanos y pasados mil años, venían a descansar a este pequeño pueblo los caballeros que cuidaban el Camino de Santiago, quienes eran los soldados de la Edad Media.

Con estos datos y otros más se fue labrando la historia de mi pueblo con el nombre de un soldado romano, San Román y por ser punto de acopio de los caballeros le dio el nombre completo “San Román de los Caballeros”.

Para el otro domingo te contaré cómo en la historia personal de cada uno existen los recuerdos que son olores imborrables y esto que acabas de leer te lo simplificaré en una anécdota que te contaré el próximo domingo.

“Para hablar del camino, sabe más la tortuga que la liebre”.

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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