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Por los caminos del Señor

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Fecha Publicación: 04/10/2025 - 22:10
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Hola…
El patio central del colegio Nuestra Señora del Consuelo, en el presente año, lo convertimos en un parque. Se colocaron zonas verdes con thujas, flores y bancas. En el centro se construyó una rotonda, en la cual plantamos una ponciana joven que ya tenía hojas verdes.
A los pocos días de ser plantada, vimos cómo sus hojas iban cayendo. Un día, Javier, el jardinero, comenzó a podar sus ramas, dejándola casi como un esqueleto. Le pregunté si, además de perder las hojas, ahora también cortaba las ramas, ¿no habríamos elegido (corregido de no habríamos elegido) la mejor ponciana? Javier respondió:
—No se preocupe, Padre. Ahora en invierno, la riqueza de este árbol está en que lo alimentemos. Es decir, le pondremos abono y agua en sus raíces, y verá usted que en primavera algunas ramas volverán a tener hojas verdes.
Pasaron los meses. Desde abril, y ahora que estamos en octubre, te cuento esta historia porque el pasado jueves, como todos los jueves a las 10 de la mañana, todos los estudiantes del colegio se reunieron en el parque central para adorar a Jesús Sacramentado. Allí cantamos, leemos el Evangelio del día, elevamos peticiones por la paz del Perú y recordamos nuestras necesidades personales y comunitarias.
En esa celebración estuvo presente la promoción. Antes de dar la bendición final, dirigiéndome a ellos —quienes estaban alrededor de la pileta central donde está la ponciana—, les dije:
—Ustedes, en unos meses, serán la promoción del colegio. Fíjense en esta ponciana, que apenas ha dado unos brotes verdes. Sin embargo, dentro de algunos años, cuando regresen al colegio, verán lo frondoso que será este árbol que hoy parece seco. Así también es la vida: lo más importante no es lo que se ve, sino aquello invisible que da fuerza y vida al árbol: sus raíces.
Nos hemos preocupado de que este árbol tenga raíces profundas y bien alimentadas. De la misma manera, para nosotros como formadores, la plenitud de nuestra misión será que ustedes, cuando egresen, lleven en el alma raíces firmes: los valores cristianos que brotan de las enseñanzas de Cristo y de la tradición de la Iglesia.
Los frutos llegarán en su momento. Lo esencial es que en sus vidas tengan raíces profundas, bien enraizadas en la tierra, y que busquen siempre —como en la metáfora— “el mejor abono y la mejor agua”.
“El Papa León XIV, un Milagro del Señor”
(No se realizó corrección aquí, aunque se recomienda verificar si se refiere a un personaje real o es parte de una historia metafórica.)
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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