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Por los caminos del Señor

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Fecha Publicación: 17/05/2025 - 21:20
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Hola… El domingo pasado concluimos con esta frase: Te seguiré contando…
Pues bien, te cuento que en la oficina personal del Cardenal Prevost, mi hermana y yo lo esperábamos junto al Padre Edgar Rimaycuna, quien desde Chiclayo ha sido su asistente personal y, desde esta semana, secretario personal del Papa León XIV.
Pasados unos minutos de las 4:00 p.m., el Padre Edgar nos dijo que iba a buscarlo, y quedamos solos con mi hermana en la oficina del Dicasterio de los Obispos. No pasaron ni dos minutos cuando Monseñor Prevost entró en la oficina. Nos saludamos y, con esa cordialidad tan agustiniana, conversamos por más de una hora.
Tenía una reunión con el Santo Padre, ya que esa semana se publicaría —como finalmente sucedió— el Documento Sinodal que el Papa Francisco ha impulsado y que el Papa León XIV continuará en la misma línea.
Al momento de despedirnos, le pedí que me bendijera… mejor dicho, que nos bendijera, a mi hermana y a mí. Lo hizo con mucho cariño. Entonces le dije a mi hermana que abrazara al futuro Papa. Ella, sorprendida, lo miró y el Cardenal Prevost, sonriente, la abrazó… y también me abrazó a mí.
Esto fue en octubre del año pasado y, al despedirnos, me preguntó:
—¿Necesitas algo más?
Le dije:
—Roberto, mañana miércoles, en la audiencia con el Santo Padre, me gustaría ser bendecido por el Papa Francisco.
Nos despedimos.
Ya en el ascensor, mi hermana me dijo:
—Este es un hombre bueno.
A las 8:00 de la noche me avisaron que pasara por la casa generalicia de los agustinos para recoger los pases para la audiencia con el Santo Padre. Fue el miércoles 23 de octubre del año pasado: un momento maravilloso de bendición con el Papa Francisco. Pero quien me concedió la posibilidad de llegar hasta él fue el Cardenal Roberto Prevost. Desde el 8 de mayo de este año, ese mismo cardenal es ahora el Papa León XIV.
Le agradecí mediante un correo electrónico. Le dije al Santo Padre que contara con mi fidelidad a la Iglesia y lo que representa. Para mí, él es un amigo… y ahora también el Santo Padre. Tres días después, me respondió con unas palabras muy cariñosas.
Esta semana conversaba con el General de la Orden de los Agustinos. Al contarle todo esto, me dijo:
—El Papa es así… un hombre cercano, un hombre amigo.
Y termino con las palabras del Evangelio de este domingo:
“Les doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a otros como yo los he amado” (Jn 13,34)
¡La tumba quedó vacía, llena tu corazón con Jesús!
Gracias por llegar hasta aquí.
Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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