Por los caminos del Señor
Hola…
El pasado domingo, al concluir nuestra conversación, te mencionaba un hecho histórico y profundamente significativo: por primera vez en la historia de los Jubileos, un Papa abrió la Puerta Santa en una cárcel, en la ciudad de Roma. Para quienes no nos acompañaron en esa ocasión, permítanme resumir este acontecimiento: la noche de Navidad, el 24 de diciembre, el Papa abrió la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, una tradición que se remonta al Papa Bonifacio VIII en el año 1300.
La apertura de esta puerta simboliza que la Iglesia es un espacio de Reconciliación y Esperanza: con uno mismo, con Dios, con los hermanos y con la creación. Atravesar esta puerta en el contexto de un Año Jubilar no es simplemente un acto físico, sino un llamado a recorrer un camino interior, uno que exige valentía y nos ofrece grandes beneficios.
Reconciliarse con uno mismo es quizás el desafío más arduo. Por experiencia personal, sé que este sendero está lleno de temores, renuncias y desprendimientos dolorosos. A menudo nos aferramos a realidades negativas y destructivas que, aunque nos dañen profundamente, hemos instalado en el alma, y nos cuesta desprendernos de ellas.
Te hablaba también del gesto conmovedor del Papa Francisco. Al llegar a la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, lo hizo en silla de ruedas, como suele desplazarse en este tiempo debido a sus limitaciones físicas. Sin embargo, al momento de dar los tres golpes en la puerta, dos personas la abrieron desde el interior. Entonces, el Santo Padre, con gran esfuerzo, se levantó, caminó a través del umbral y, a unos 5 metros dentro de la Basílica, volvió a sentarse.
Acabo de ver al Santo Padre en Roma y soy testigo de lo difícil que es para él caminar, incluso unos pocos pasos. Pero su acto nos deja una enseñanza clara: para alcanzar la plenitud en este Año Jubilar, debemos estar dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos, incluso si eso implica un esfuerzo significativo.
Por otro lado, la apertura de una puerta en la cárcel de Roma es un acontecimiento sin precedentes, cargado de significado. No es fácil para alguien que ha delinquido encontrar esperanza en medio de su situación, pensar que puede rectificar y enmendar su camino. Pero reflexionemos: ¿es solo difícil para quien está físicamente en una cárcel, o también lo es para nosotros, que a menudo habitamos las “cárceles” de nuestros vicios y pecados? Es difícil, pero es necesario que desde este momento y hasta el 6 de enero del próximo 2026, en el que finaliza el Año Jubilar, podamos traspasar la puerta de nuestros errores o la puerta de nuestra indiferencia para poder abrazar en plenitud nuestra libertad.
“Que Jesús ilumine con su Luz tu camino, para que alcances todos tus sueños”.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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