Por los caminos del Señor
Hola…
En este último domingo del año, los invito a recorrer juntos dos caminos que nos conducen al mismo destino: Dios.
El primero de estos caminos es el de la gratitud, una senda que nos llama a reconocer y agradecer al Señor por el don de la vida y por todos los momentos, tanto luminosos como desafiantes, que este año nos ha brindado. Estos instantes, en su conjunto, nos han ofrecido oportunidades de superación y aprendizaje para el porvenir.
Hay un dicho popular que reza: “De bien nacidos es ser agradecidos”, y no cabe duda de que, al hacer memoria del año que termina, descubrimos innumerables ocasiones en las que hemos sentido claramente “la mano de Dios” sosteniéndonos. Incluso en aquellos momentos que quizá pasaron desapercibidos, Él estaba presente, guiando y fortaleciendo nuestras vidas. Por todo ello, hoy decimos con fe y humildad: “Gracias, Señor, por estar siempre en nuestras vidas”.
Permítanme compartir una frase que quiero que guarden en sus corazones: “No le tengas miedo al futuro, allí también está Dios”.
El segundo camino a recorrer este día es el del Jubileo, un itinerario de alegría y esperanza que el Papa Francisco inauguró el pasado 24 de diciembre y que se extenderá hasta el 6 de enero de 2026.
Esta ceremonia se transmitió al mundo entero y, en ella, el Papa Francisco, sentado en su silla de ruedas, golpeó tres veces con su mano derecha la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro y se mantuvo en su silla hasta el momento en que esta se abrió. Con gran esfuerzo, se levantó, atravesó la Puerta Santa y, metros más adelante, se volvió a sentar en su silla de ruedas. Luego se dirigió a la capilla dentro de la Basílica de San Pedro, llamada la Penitenciaría. En este espacio, uno puede confesarse y, de hecho, el Papa Francisco y los anteriores, en dos o tres ocasiones al año, se dirigen a esa capilla para confesar a los fieles que están en la Basílica.
El gesto es muy significativo porque el Jubileo de la Esperanza es la apertura que la Iglesia nos hace a todos nosotros, que peregrinos en este mundo, necesitamos el perdón de Dios. El Papa ha repetido con firmeza esta frase: “Dios nos perdona siempre”.
En una de sus primeras alocuciones, el Papa Francisco nos dejó esta poderosa exhortación: “Nunca se cansen de pedir perdón, porque Dios nunca se cansa de perdonar”.
El jueves de la presente semana, el Papa fue a la cárcel de Roma y fue allí donde abrió la segunda puerta del Jubileo.
“Que Jesús ilumine con su luz tu camino, para que alcances todos tus sueños.”
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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