Por los caminos del Señor

Hola…
La vida humana está compuesta por múltiples dimensiones: biológica, emocional y, por supuesto, espiritual. En este primer domingo de febrero, la liturgia nos recuerda que han transcurrido 40 días desde el nacimiento de Jesús. Según la ley judía, todo primogénito pertenece a Dios y debía ser presentado ante el Señor, ya fuera una persona, un animal o los primeros frutos del campo. Lo primero siempre es sagrado y, por lo tanto, le pertenece a Dios.
Cumpliendo la ley judía, María y José llevaron a Jesús al templo para presentarlo al Señor. Al entrar en el templo, un hombre bueno llamado Simeón, al verlo, exclamó con gozo: “Puedo morir en paz, he visto al Mesías, luz para alumbrar a las naciones”.
Conocer a Jesús es conocer la luz que guía nuestros pasos y nos orienta en la toma de decisiones, permitiéndonos obrar con rectitud para nuestra santificación.
Quiero contarte que, hace más de 40 años, los domingos apoyaba en la Clínica Padre Luis Tezza con la Santa Misa para la comunidad religiosa de la clínica, para los enfermos y los familiares que los visitaban, y para personas de la zona que se acercaban a vivir la Eucaristía. Sin embargo, con la llegada de la pandemia, la celebración dominical se interrumpió para cumplir con los protocolos del Ministerio de Salud. Han pasado cinco años desde entonces, y el domingo pasado retomamos la misa en el mismo lugar. Al hacerlo, descubrí con asombro que las conexiones seguían activas, intactas, como si nunca hubieran sido desconectadas.
Te cuento esto porque hay experiencias religiosas que uno vive y que te demuestran que aquello que viviste con intensidad, aunque pasen los años, jamás se olvida. Al leer estas líneas, te invito a reflexionar: ¿cuáles son esas “terminales” que han quedado grabadas en tu corazón? Tal vez pienses que, con el paso del tiempo, han perdido su significado o se han vaciado de contenido. Sin embargo, creo firmemente que no es así. Si tienes la oportunidad, vuelve a conectarte con aquellos momentos que no solo quedaron en tu memoria, sino que siguen vivos en lo más profundo de tu corazón.
Antes de despedirnos, recordemos que este mes de febrero nos invita a valorar la amistad, ese tesoro invaluable que enriquece nuestra vida.
“Los libros, las mentes y los paraguas solo sirven si se abren”
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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