Por los caminos del señor

Hola… Recuerdo claramente aquel 20 de abril del año 1986, cuando entré por primera vez a una cabina de radio, donde al mediodía rezaba el Ángelus. Pasadas algunas semanas, si bien la emisora transmitía música suave mayoritariamente en inglés, me atreví a pasar algunos discos en español, a pesar de que no era común en su programación.

Uno de esos discos, como se les llamaba en aquella época, fue grabado por una persona con una voz muy especial que llegaba al alma y hacía reflexionar sobre lo que uno escuchaba. Este disco incluía un texto escrito en 1927 por Max Ehrmann, pero publicado por su esposa tras su muerte en 1948 y pronto se convirtió en uno de los más solicitados por los oyentes. El poema se titula “Desiderata”, que en latín significa “aquellas cosas que se desean”.

Quisiera compartir con mis amigos y amigas lectores algunas de las frases de este hermoso texto: “Por lo tanto, mantente en paz con Dios, cualquiera que sea la forma en que lo concibas.

Tanto como sea posible, sin rendirte, cultiva la armonía con todos los seres. Habla de tu verdad tranquila y claramente; y escucha a los demás, incluso al torpe y al ignorante, porque ellos también tienen su historia.

Evita a las personas agresivas y escandalosas, ellas son una molestia para el espíritu”.

Menciono esto porque, ante hechos dolorosos que afectan nuestra fe y nuestras tradiciones, debemos reflexionar, mantener la calma y recordar que somos lo suficientemente fuertes para perdonar, incluso aquellas ofensas que solo Dios puede sanar.

Oremos por quienes, sin compartir nuestra fe, a veces nos ofenden en lo más sagrado, porque estoy seguro de que algún día el Señor del Cielo hará que puedan ver la luz que a nosotros nos ha regalado, la fe que nos ayuda a distinguir lo valioso y a apartarnos de aquello que nos hace daño.

Este mes de agosto es un mes agustino, porque el día 28 se celebra el día de San Agustín y quisiera terminar esta conversación con este texto agustiniano: “Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, ¡tarde te amé! Tú estabas dentro de mí y yo fuera y por fuera te buscaba…”.

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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