Por los caminos del Señor

Hola… Hace algunos años, en un reconocido circo mundial, un famoso trapecista se casó y tuvo a su primer hijo, a quien adoraba. Cada vez que lo miraba, se imaginaba que pronto su hijo sería como él: subido en el trapecio a 14 metros de altura, con brazos fuertes, cuerpo ágil y, sobre todo, con la confianza de superar sus propios logros y ser aún más aplaudido.
Desde que su hijo comenzó a caminar, el trapecista le enseñó las artes del trapecio, por supuesto, en tierra y con trapecios de juguetes. Año a año, su hijo absorbía las enseñanzas de su exitoso padre. Con el tiempo, las lecciones se volvieron más exigentes, pero siempre en tierra, nunca a 14 metros de altura como él se desempeñaba en las funciones circenses.
Un día, el trapecista llamó a su hijo y le dijo: “Hijo mío, este es el día. Tienes la edad y las cualidades necesarias. Hoy, solos tú y yo subiremos a las alturas del trapecio y harás tu primer recorrido, algo que algún día será la razón de tu profesión y estoy seguro que de tu vida. Nuestra relación ha sido óptima; nos queremos y has estado atento a mis enseñanzas. Creo que estás preparado para asumir este nuevo reto, no en el suelo, sino en las alturas”. Subieron cada uno por su escalera de cuerda. El joven llegó primero, se volteó y miró a su padre que recién llegaba. Ambos se prepararon, untando sus manos con un producto que usan los trapecistas para evitar que el sudor les haga resbalar. Terminada esta acción, el padre tomó el trapecio y le dijo a su hijo: “Recibe el trapecio y lánzate hacia mí”. El padre se lo lanzó, pero el hijo no lo agarró. Dejó que avanzara, el padre le lanzó una vez más, otra vez, hasta cinco veces más y el hijo seguía sin tomar el trapecio. Entonces, el padre le dijo la clave: “Hijo, PRIMERO LÁNZATE CON EL CORAZÓN”. El joven recibió el trapecio, escuchó la voz de su padre y se lanzó a lo desconocido, pero con el corazón. Así, superó a su padre en el arte del trapecismo.
Todo éxito nace con la decisión del corazón, lo demás viene solo.
“En tu trabajo eres uno más, en tu hogar eres único”
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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