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Por los caminos del Señor

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Fecha Publicación: 27/01/2024 - 20:00
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Hola… Un hombre, después de muchos años de esfuerzo continuado, logró ahorrar una cantidad de dinero que le permitió comprarse una casita a las afueras de la ciudad en la que vivía. La ciudad no era muy grande, pero para poder llegar a su casa que estaba en el campo, debía cruzar un bosque.

Al llegar a su casa después de un arduo día de trabajo y de problemas, siempre entraba feliz y sonriendo para abrazar a su esposa y a sus hijos.

Un día invitó a un amigo a cenar a su casa. El trayecto del trabajo a su casa lo hacía en su carro y durante el camino, su amigo le preguntó cómo hacía para liberar las tensiones que había tenido durante el día y llegaba a su casa como si nada hubiera sucedido.

El hombre le dijo: Hoy lo vas a ver, tengo un secreto y quiero compartirlo contigo. Antes de llegar a la casa, detuvo su auto en medio del bosque que la circundaba, bajó y le pidió a su amigo que bajase. Caminaron unos metros, él delante y su amigo detrás, hasta llegar a un árbol al que abrazó por unos minutos. Su amigo observaba atónito sin entender lo que hacía, pensando en que cualquiera se asombraría al imaginarse a su amigo, siendo una persona con tanta responsabilidad en su empresa, transformándose así al llegar a su casa, pensando: Qué raro este tipo, un alto ejecutivo de la empresa abrazando un árbol…

Pasado un momento, dejó el árbol, se acercó a su amigo y le dijo: “Este es mi secreto, nadie lo sabe porque posiblemente nadie lo entienda, sin embargo, para mí este momento es una terapia cuyo efecto es indescriptible. Abrazo a la naturaleza y así como el árbol limpia el aire que respiramos de todo lo que hay en la atmósfera, se encarga de limpiar mis trabas, mis dificultades, mis problemas… y en pocos minutos llego a mi casa y soy un hombre distinto, con el espíritu tranquilo, que es lo que necesita mi hogar, mi esposa y mis hijos.

Esta historia no necesariamente es la historia de los siete mil millones de personas que estamos en el mundo, sin embargo, es importante que cada uno de nosotros conozcamos con claridad y nitidez aquello que siendo tan simple, nos pueda ayudar mucho a liberar nuestras tensiones y preocupaciones.

Las preocupaciones son como montar en una bicicleta estática: Cansa pero no nos lleva a ninguna parte.
Recordamos en esta historia la frase agustiniana:
“CONÓCETE, ACÉPTATE Y SUPÉRATE”.

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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