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Por los caminos del Señor

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Fecha Publicación: 17/02/2024 - 20:10
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Hola… En la antigua Roma, uno de los puestos más considerados era ser soldado de los ejércitos de Roma.

Recibir los laureles de vencedores significaba más que un Óscar en nuestra historia moderna. Hasta podría decir que eran más valiosos los laureles que ganar la Champions League. En este contexto, un general romano victorioso era uno de los puestos más apetecibles de la antigua Roma.

Esta es la historia de Craso, general de los ejércitos de Roma. Comenzó muy joven en el ejército y por sus cualidades y valentía no solo alcanzó el grado de general, sino que en su época fue uno de los más considerados y a la vez temido por los ejércitos enemigos de Roma.

La historia personal de Craso se torció porque como se suele decir, el poder lo cegó y él llegó a todo aquello que hoy detestamos de un ser humano prepotente y malo. Perdió toda autoridad y se convirtió en un vil autoritario.

No obstante, seguía comandando el ejército de Roma, ya no era su sabiduría la que conducía a sus soldados a la victoria, sino que le temían por sus maldades y crueldades. Es así que el ejército de Roma comenzó a perder batallas, entre ellas batallas decisivas.

Por Roma corría una frase: “El general Craso ha errado sus decisiones, ya no es el que fue, va de error en error”. Por ello, hoy cuando hablamos de algo equivocado, podemos usar la frase “esto es un craso error”.

La vida que transcurre por los caminos de la humildad nos puede llevar a alcanzar grandes metas, pero cuando comenzamos a creer que somos únicos e insustituibles y no hacemos caso a nadie, podemos decir: “tu decisión es un craso error”.

No es fácil olvidarnos de aquellas personas que un día valoramos por su valentía en la vida, pero que poco a poco la soberbia y sobre todo el desprecio a los demás los envileció. Quizá toda aquella estatua de oro no tenía sino unos pies de barro y ante la primera dificultad de la vida, se vino abajo.

No necesariamente hoy, en este primer domingo de Cuaresma, le estoy hablando al “otro”. No nos olvidemos, como se nos recordó este miércoles de ceniza, que somos barro y al barro regresaremos, pero en este camino humano tenemos algo grande y es “el soplo de Dios” en nuestras vidas.

“Debes vaciarte de lo que estás lleno para llenarte de lo que estás vacío” (San Agustín)

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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