Por los caminos del Señor
Hola… Desde hace años tengo un amigo que no quiere que lo llame por su nombre, sino que lo identifique como el “Filósofo de la Encalada”.
Lo conocí en Lima hace muchos años y siempre se sentaba en la berma central de La Encalada, a unos metros del cruce con la Av. Primavera. Y
o vivía en el colegio San Agustín, pero desde hace 44 años celebro misa en la Parroquia Nuestra Señora del Consuelo y además, desde hace unos años atrás ya vivo en la comunidad de la parroquia y colegio de Nuestra Señora del Consuelo, por lo que el lugar donde conocí a mi amigo el Filósofo de la Encalada, apenas queda a unos metros de mi casa.
Siempre me ha dejado mensajes de una increíble profundidad sobre todo para aquellos momentos en los cuales pareciera que se quebró el razonamiento y todo lo referido a la lógica.
Sin embargo, la lucidez de este hombre y la manera de responder a las interrogantes del hombre moderno siempre han sido y son motivo de reflexión para mí.
Después de la pandemia no lo volví a ver hasta esta semana. Fueron muchas horas de conversación y por mi parte un aprendizaje maravilloso, como ha sido cada vez que lo escucho. Antes de irse me dejó esta reflexión que transcribo y me dijo que no era suya aunque la hacía suya, como yo la hago mía ahora. Salió de los escritos de Platón y dice así:
“Podemos perdonar fácilmente a un niño que le tenga miedo a la oscuridad; sin embargo, la verdadera tragedia de la vida es cuando los hombres le tienen miedo a la luz”.
Comprenderás que hablar con un hombre sabio que te deja mensajes como este, para mí como educador y en este momento en el que Dios mediante comenzaremos nuestro año escolar en unos días, no cabe duda que de los muchos y valiosos momentos que pueda compartir en la comunidad educativa del Consuelo, siempre será alentador para la institución y me atrevería a pensar que para la humanidad.
A nuestros jóvenes de hoy y del mañana que les va a llegar muy pronto, no le tengan miedo a la luz y a la verdad, cueste lo que cueste y pase lo que pase. Porque de esta manera, es indudable que los jóvenes de hoy, adultos en el mañana, sabrán afrontar la vida con fortaleza y con hidalguía.
Estamos aún en el tiempo de cuaresma y será muy valioso para nuestra experiencia de fe y sobre todo en nuestras vidas, el apagar los fuegos artificiales y encender aunque sea una velita de amor y de esperanza.
“Debes vaciarte de lo que estás lleno para llenarte de lo que estás vacío” (San Agustín)
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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