Por los caminos del Señor
Hola… A unos kilómetros del pueblo donde nací, hace muchos años existieron unas minas de carbón. Para mí, como un niño que era, cuando mi abuelo Pablo y mi papi me llevaban por esa zona y pasábamos cerca de los yacimientos de carbón, el cual extraían de lo más profundo de las montañas, nos acercábamos al socavón, sin entrar por supuesto y veíamos el movimiento de los mineros y de los que jalaban los vagones. Por un lado veíamos los vagones vacíos que entraban a la mina y por otro los que salían cargados de las piedras de carbón, las cuales iban de frente a una zona en la que había un inmenso montón que se asemejaba a una montaña.
Recuerdo mucho el lugar y aún más a las personas, es decir, a los mineros y sus cascos con una luz o linterna, sus caras completamente de color negro por el carbón, al igual que su vestimenta. Había un mito con los mineros por lo valientes que eran, por lo riesgoso de su trabajo y por la enfermedad que la inmensa mayoría solían adquirir “Silicosis”.
Te hablo de los años 60, del siglo pasado, época en la que escuchábamos mitos y algunas realidades que se transmitían como leyendas de los mineros. Una de ellas era que cada día, dos o tres mineros entraban a las minas de carbón con una jaula en sus manos y dentro de la jaula llevaban canarios. ¿Por qué lo hacían?
Porque si dentro de lo más profundo del socavón, los canarios seguían cantando sus bellas melodías, podían continuar con su labor. Sin embargo, si en algún momento dejaban de cantar, debían salir rapidísimo ya que ello significaba que además del peligro de derrumbe, había la presencia de gases tóxicos que pueden matar a un ser humano. Los canarios tienen la capacidad de detectar estos gases aún en cantidades mínimas, imperceptibles para el hombre, y por ello dejan de cantar.
Lo que acabo de narrar es un hecho real y si bien es cierto que hoy en día no es posible usar estos métodos, en el caso de mi pueblo cerraron la mina hace años y ahora existen modernos detectores que avisan inmediatamente al minero.
Sin embargo, en este tiempo de cuaresma llevo esta historia a tu reflexión para hacernos una pregunta: ¿Tenemos en nuestra vida a quien nos avisa cuándo podemos surcar un peligro en el que podamos incluso perder la vida no solo la física, sino la emocional y la espiritual?
“En el silencio de la oración , escucharemos la voz suave de Dios guiándonos”
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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