Por los caminos del Señor
Hola… Al igual que el domingo pasado en que celebramos la Nochebuena y Navidad, cuyo significado es uno de los más emotivos y nostálgicos del calendario litúrgico, este domingo nos conducimos hacia una noche de fiesta y algarabía en un ambiente de sana diversión.
Recuerdo hace muchos años, 24 en concreto, cuando vivía en la comunidad del colegio San Agustín y un religioso a quien le tenía un cariño especial, el Padre Baldomero Masía que en paz descanse, quien en muy pocas ocasiones se sentaba ante un televisor para ver noticias o algún programa cultural, por no más de media hora.
Sin embargo, el primer día del año 2000, a través de la televisión hubo una fiesta de color interesante, porque desde una isla perdida en el Pacífico que siempre es la primera en abrir el nuevo año, pasando por Japón, Europa y llegando a América, se transmitió cómo fue el inicio del Año Nuevo, o mejor dicho, cómo recibieron el año 2000 los miles de millones de habitantes de este planeta. Recuerdo la emoción del Padre Masía cuando nos contaba que ni siquiera fue a comer para ver hasta el último lugar del planeta que recibió el año 2000.
Recuerdo esta anécdota vivida hace 24 años, porque me lleva a pensar con cuánta ilusión podemos recibir el nuevo año, si con la misma fuerza, la misma esperanza y con las mismas ilusiones con las que recibimos el cambio de milenio.
Espero que así sea en cada una de nuestras experiencias y así como el domingo pasado en esta columna deseaba que el Niño Dios bendiga nuestros sueños y nuestras ilusiones, en este último domingo del año 2023 nos de paso a un año lleno de esperanzas y de ilusiones.
Para este año 2024, una definición que me ha gustado mucho: La FE es la certeza de lo que no vemos. En otro momento ampliaremos esta frase, por el espacio no me queda sino agradecerles a ustedes amables lectores el viaje de este año y proponerles caminar juntos el próximo año.
No cabe duda que alguno de ustedes podría pensar que lo mejor sería ignorar este año que prácticamente ha terminado.
Sin embargo, te aconsejo, aunque la palabra no es la más exacta, que extraigamos de él el perfume de estos 365 días no exentos de espinas, pero también llenos del color de los pétalos de una rosa.
“Que nuestro corazón sea el mejor pesebre para Jesús”, San Agustín
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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