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Por los caminos del Señor

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Fecha Publicación: 02/12/2023 - 20:10
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Hola… Esta semana, después de celebrar la misa en la parroquia, me senté en la oficina del colegio frente al árbol de Navidad. Encendí las luces, escuchaba la clásica sintonía de las lucecitas y la única luz en la oficina era la de mi árbol de Navidad.

Me transporté sesenta años atrás a mi pueblo, a mi escuela, a mi maestro, Don Ricardo y a los preparativos que hacía con sus alumnos en la escuela, al inicio del mes de diciembre de cada año.

Soy de pueblo y en el campo las cosechas se riegan con agua, por lo que hay acequias. Unas más grandes que se llaman canales y de éstos salen acequias que surcan el campo con el agua que sirve para regar los productos con la finalidad de que no se sequen y podamos tener una buena cosecha.

Los primeros días de diciembre, el maestro nos decía a todos los niños de la escuela que fuéramos a las acequias a recoger el barro de las orillas, que en muchas de ellas más que barro era arcilla de color marrón, esta se podía moldear al igual que la plastilina, que yo no conocía. Llevábamos esta arcilla a la escuela y este maestro que era una persona muy hábil, nos enseñaba a hacer las figuras del NACIMIENTO, que nosotros le llamábamos BELÉN. Eran días muy felices, así como en mayo que recogíamos flores para la Virgen y las llevábamos al altar de la escuela.

Poníamos la arcilla en el agua para que no se endureciera y dos semanas antes de la Navidad, hacíamos las figuras de San José, de la Virgen María, el Niño, la vaquita, el asno, lo pastores, los Reyes Magos, sus camellos… En verdad a mí me salían todas igual, si la figurita tenía barba era San José y si no, era la Virgen y si salía pequeña era el Niño Jesús.

Cada día hacíamos dos figuritas y las dejábamos secar junto a la estufa de la escuela. La arcilla se endurecía y después con lápices de colores, que siempre me fascinaron, pintábamos las figuritas del Belén. Las llevábamos a nuestras casas y allí nuestros padres nos ayudaban a armar el Belén. Por supuesto, compraban las figuritas que faltaban pero las más bonitas eran las que nosotros hacíamos en la escuela del pueblo.

Mirando el árbol, recordaba estos momentos que ya te seguiré contando.
“Que nuestro corazón sea el mejor pesebre para Jesús”.
San Agustín

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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