Por los caminos del Señor
Hola… Cuando tenemos muy claro aquellos valores y principios fundamentales de nuestra vidas y escuchamos esa voz del sabio San Agustín, cuando machaconamente nos repite, “Conócete, Acéptate y Supérate”… entenderemos como la grandeza de un ser humano no estriba en lo que tiene o no se fundamenta en lo que tiene sino en lo que es.
Cuentan que un anciano sabio caminaba todos los días por las afueras del pueblo, se sentaba a la sombra de los árboles, conversaba animadamente con la gente que se le acercaba, querían aprender de él la esencia de la vida.
Un día, el sabio caminando por un camino se encontró una piedra preciosa, se detuvo, se agachó, la tomó con sus manos y se la metió en su bolsillo, ahí la tuvo varios días, hasta que un día se cruzó con un caminante quien le pidió que le diese algo para comer porque tenía hambre, el anciano le dijo:
“Lo único que tengo es esto y metiendo la mano en su bolsillo, tomó la piedra preciosa y se la dio, el caminante quedó perplejo y ante tamaño regalo le dice: “Pero esto es muy valioso”. El sabio le dice: “Lo importante es que tenga algo para comer, recíbalo por favor”. El caminante se fue y el anciano encontró la sombra de un árbol y ahí pasó largas horas de la tarde.
Apenas habían pasado cuatro días y en el mismo lugar, se volvieron a encontrar el anciano y el caminante. El caminante se le acercó y le dijo: “Tome la piedra preciosa que me regaló, es muy valiosa, pero yo quiero algo más valioso que esta piedra, le pido por favor que me enseñe a ser un hombre desprendido de los bienes materiales”.
Hay visiones en la vida que hoy por muchas circunstancias o nos parecen obsoletas o nos parecen irrealizables o en algunos casos pensamos que esas son fórmulas quijotescas de entender la vida, y que hoy día no tienen cabida en el ser humano del siglo XXI, sin embargo, el valor de la solidaridad, de la trascendencia, del desprendimiento, el no estar atado a las circunstancias materiales y saber que la auténtica felicidad no depende de aquello que hayas obtenido como bienes que no dejarán de ser pasajero, sino que dependerá de aquello que eres capaz de dar, o quizá como la frases del poeta: “Solo tengo lo que di”.
“No le digas a Dios cuán grandes son tus problemas, más bien dile a tus problemas cuán grande es tu Dios”.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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