Por los caminos del Señor
Hola… Este domingo comenzamos la conversación con una frase para reflexionar: “Si no sueltas el pasado, ¿con qué mano agarras el futuro?”.
Esta historia es del siglo pasado, en un país africano llamado Sudáfrica, que por varios siglos tuvo gran influencia inglesa. El 90% de la población es de raza negra y apenas un 10% de raza blanca. Ellos eran los que mayoritariamente tenían el poder político, dejando al resto del país sin alternativas. Muchos sudafricanos de raza negra comenzaron a emigrar a Europa para prepararse en carreras científicas, tecnológicas y políticas para dirigir un país y después de tiempo la mayoría regresaba para desarrollar los conocimientos adquiridos. En este contexto, muchos de los que habían estudiado en Europa querían apertura democrática y surgen los movimientos políticos de liberación.
Uno era liderado por Nelson Mandela, a quien el gobierno de turno encarceló en una prisión con terribles condiciones, por considerarlo un peligro. Si lo comparamos con un campo de concentración, no estaríamos exagerando. La habitación sólo medía 2 por 3 metros con una sola ventana. La mayoría eran prisioneros políticos y los sometían a trabajos forzados. En esa época surgieron movimientos de liberación a nivel mundial, e inmediatamente se dio a conocer la figura de Nelson Mandela, quien durante 27 años fue prisionero en la isla de Robben y excarcelado en el año 1990.
Como líder de su grupo político ganó las elecciones, siendo elegido presidente.
Un día, ingresó al mediodía en un restaurante con su caravana presidencial, donde se encontraba un hombre de cierta edad, comiendo solo. El presidente se dirigió al fondo, se sentó y pidió que dejen una silla vacía. }
Le solicitó a un miembro de seguridad que se acerque al señor y lo invite a sentarse a la mesa para acompañarlo. Al principio se negó, pero logró convencerlo. El presidente lo trató de mil maravillas, pero el hombre estaba confundido y se le notaba desubicado. Terminando el almuerzo, el invitado se fue y Mandela explicó a su comitiva que aquel hombre fue su guardián en la cárcel y lo trató de la peor manera por más de 20 años.
Ese era el corazón de Nelson Mandela. No se amarró al pasado, sino que sus manos querían construir el futuro.
“Para hablar del camino, sabe más la tortuga que la liebre”.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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