Por los caminos del Señor
Hola… Me contaron una bonita historia que trataré de transcribir de la manera más fidedigna.
Había una vez un joven que conoció a una chica con la cual se casó, formando un hogar en el que a lo largo de los años, el cielo bendijo con tres hijos. Los primeros años de matrimonio fueron muy difíciles, sin embargo, ambos siempre tuvieron un admirable espíritu de superación. Consiguieron estabilizarse emocionalmente y juntos compraron un pequeño viñedo a las afueras del pueblo. Ambos eran muy trabajadores y ahorradores, por lo que aquella pequeña chacra con la que iniciaron, se convirtió en uno de los viñedos más importantes de la comarca. Supieron remover el terreno y comprar vides muy productivas, por lo que las cosechas de uva eran abundantes y la calidad del vino era extraordinariamente buena.
Hasta ese momento todo iba muy bien, pero los años pasaban, los hijos crecían y aquel espíritu de lucha y superación de los padres pareciera que no tenía la misma fuerza en sus tres hijos, quienes se habían acostumbrado a esta frase: “No necesito hacer nada, porque mi papá me lo da todo”.
Una noche, los padres ya ancianos conversaban entre ellos: “Les estamos dejando una fortuna, pero sin un espíritu de trabajo la van a dilapidar en poco tiempo”. Entonces el marido tuvo una gran idea. Llamó a sus hijos y les dijo: Quiero decirles un secreto. Debajo de la chacra hay un tesoro escondido, si remueven la tierra, lo encontrarán.
Bastó esta frase y con ella la ilusión de encontrar el tesoro, para que los tres jóvenes, ya no tan jóvenes, trabajaran con ahínco la tierra, teniendo como resultado que la producción cada vez fuera mayor y mejor.
Cuando el padre iba a morir, llamó a sus hijos y les dijo: “El tesoro del que les hablé, ya lo han encontrado. Remuevan la tierra, cuiden de las vides y serán las personas más afortunadas de esta comarca”.
En este mes agustino, siempre tengo presente esta frase: “El día que digas basta, hasta aquí nomás, ese día comenzaste a retroceder y, por lo tanto, a perder todo lo que habías ganado”.
Necesitamos un espíritu de superación, trágica es la vida de aquel que solo espera que le regalen las cosas, el tesoro de la tierra está en trabajarla con esfuerzo y sacrificio. “Conócete, acéptate y supérate” San Agustín
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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