¿Por qué tantas consideraciones con el ministro “fortuito”?

Por cosas infinitamente menores, ministros de Estado han dado un paso al costado de motu proprio (por iniciativa propia) renunciando irrevocablemente al cargo y acaso se negase a hacerlo, el propio presidente de la República era quien lo renunciaba (más rochoso aún) y juramentaba ipso facto a su reemplazo. Sin embargo, ni yayita le ha causado al sempiterno ministro Raúl Pérez, del sector del mayor presupuesto del Ejecutivo para obras de inversión, esto es el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, los terribles y vergonzosos hechos acaecidos el pasado domingo en el principal aeropuerto del Perú, “Jorge Chávez”, por causa de un apagón que bien hubiese podido evitarse con mantenimiento sostenido del cableado subterráneo por parte de CORPAC, que tuvo una duración de diez horas aproximadamente, causando como sabemos caos y zozobra en miles de pasajeros, cuya cifra se estima superaría los 15 mil y 245 vuelos entre cancelados, reprogramados o desviados a ciudades dentro y fuera del país, afectación calculada por la Asociación de Empresas de Transporte Aéreo Internacional, según informa el periodista Jorge Falen para El Comercio.
CORPAC es una entidad gubernamental perteneciente al MTC, que administra como su norma lo establece, los aeropuertos comerciales del Perú, así como su infraestructura y equipamiento, que ha tenido la flema de admitir que recién para el 2025 tenían programado renovar los cables del terminal aéreo Jorge Chávez, “Todos muertos”, para usar una frase coloquial. El colapso del aeropuerto por el apagón, tuvo visos de tragedia, en potencia vidas humanas corrieron peligro de haberse presentado el siniestro en plena labor de descenso de uno o varios aviones con el tren aterrizase activado o que éstos no hubiesen contado con el suficiente combustible para poder arribar a otro destino (otra ciudad) no programado, entre otras eventuales desgracias. En medio de este drama y dando la vuelta al mundo la noticia con la justificada desesperación no sólo ya de los propios pasajeros sino también de sus familias y amigos, un funcionario de CORPAC dijo: “El problema es que no sabemos dónde está el problema”. ¡Acabáramos!
Y la cereza del helado fue la aparición del ministro de Transportes y Comunicaciones Raúl Pérez, diciendo con aparente fastidio (en mi opinión hasta con cara de ofendido) ante el comprensible asedio de la prensa, que todo era un “hecho fortuito”, el caos en el Jorge Chávez y los vuelos derivados a otros terminales aéreos, teniendo en muchos casos en ayunas y sin posibilidad de bajar de los aviones a los pasajeros durante varias horas y que no se indemnizaría a nadie por lo sucedido.
¿Hecho fortuito, ministro Pérez? Según la RAE, “fortuito” es súbito, imprevisto, y esto no se condice con los hechos porque hacia según la prensa 14 años que no se daba mantenimiento a los cables subterráneos del aeropuerto, eso podría llamársele más bien negligencia. En fin, todo está bajo la competencia del Ministerio Público que entiende también, que de fortuito nada, amén del descubrimiento que una empresa sin experiencia en el ramo, de poca antigüedad de constituida y con un capital de mil soles, fue favorecida con la contratación del mantenimiento, una temeridad.
A todo esto, habiéndose desprestigiado la imagen del aeropuerto principal del país ante el mundo, del caos vivido y de la aparente corrupción detrás, ¿qué espera para renunciar el ministro del MTC, así no haya tenido información adecuada del Jorge Chávez, ocupa la más alta posición en el sector?, o ¿qué espera la jefa del Estado para renunciarlo aplicándole responsabilidad política? ¿Será porque ella inauguró con bombos y platillos una nueva pista en el mismo aeropuerto que aún sigue inoperativa por temas logísticos?
Sólo queda que el Congreso mande a su casa al ministro fortuito.

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