Por una Navidad sin violencia
¿Cómo te sentirías si un grupo de estudiantes utilizara sus celulares para amenazar a tu hijo o hija, diciéndole que lo excluirán, le harán memes o le pegarán si se junta con un niño o niña que consideran diferente por su condición económica, religión, apariencia o alguna otra razón? ¿Qué harías si supieras que esos “chicos malos” le exigen dinero a tu hijo o hija a cambio de no pegarle o, incluso, matarlo? ¿Y cómo te sentirías si fuera tu hijo o hija quien actúa como agresor y no como víctima?
Estos hechos están ocurriendo en el país debido, en parte, a la falta de control parental y a la normalización de la violencia, especialmente entre quienes se exponen a contenidos violentos. No exagero. Esta semana, la Policía capturó a tres escolares de 14, 15 y 17 años en La Libertad tras ser acusados de extorsionar a un empresario local, exigiéndole S/.25,000. En Chanchamayo, otro adolescente de 15 años fue internado en un centro juvenil por crear perfiles falsos en WhatsApp desde donde amenazaba con matar a un compañero de 12 años y a su familia si no le entregaban dinero. El agresor era adicto al videojuego de extrema violencia Free Fire.
Ese adolescente es uno de los 10 millones de jugadores de videojuegos en el Perú. Los videojuegos de violencia extrema simulan robos, matanzas, violaciones, extorsiones y venta de drogas, premiando a quienes más acciones criminales cometen. A mayor criminalidad, más puntos. Esto normaliza la violencia en la mente de los menores, sin filtros ni límites.
Según un estudio del Politécnico Grancolombiano, los niños creen que jugar videojuegos violentos no es peligroso porque sus padres se los permiten, incluso hasta 7 horas al día. Sin embargo, sí es peligroso. Por ello, el Ministerio del Interior de México lanzó una alerta cibernética advirtiendo que los menores que tienen acceso a videojuegos multijugador no solo están en riesgo de ser víctimas de ciberdelincuentes, sino también de ser incitados a cometer delitos.
Esta alerta debería replicarse en el Perú para prevenir que más niños y adolescentes caigan en manos del crimen organizado, especialmente ahora que el Congreso ha aprobado una ley que permite encarcelar a partir de los 16 años debido al aumento de la delincuencia juvenil. Además, sería fundamental legislar para restringir el acceso de menores a redes sociales y videojuegos en línea, ya que está comprobado que afectan su salud mental, física y emocional.
Pero lo más importante es que los padres no dejemos a nuestros hijos abandonados frente a pantallas. El mejor regalo de Navidad no es un celular ni Internet ilimitado, sino tiempo en familia, lleno de comunicación, abrazos, sonrisas, buenos deseos y momentos de paz, amor, perdón, respeto y gratitud.
También debemos enseñarles a organizar su tiempo, realizar deberes y ayudar en casa, en lugar de perderlo frente a videojuegos violentos. Los municipios pueden ser grandes aliados al instalar redes de vóley, canastas de básquet y ofrecer talleres gratuitos de música, artes y habilidades interpersonales en los parques. En lugar de que Serenazgo persiga a los niños por jugar, deberían garantizar espacios seguros para ellos.
El Ministerio de Educación debería permitir el uso de espacios recreativos en colegios públicos durante las vacaciones y desarrollar campañas permanentes a favor de una cultura de paz. Promover un entorno saludable y pacífico es responsabilidad de todos. Actuemos unidos para que cada día sea Navidad en la vida de todos los niños del Perú.
¡Feliz Navidad y bendiciones!
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