Potencial de la IA en un proceso electoral
Hace unos días, la Embajada de los Estados Unidos de América y la Universidad de San Martín de Porres fueron anfitrionas de la Cumbre sobre Inteligencia Artificial (IA) realizada en el marco de APEC Ciudadano. Este evento fue una oportunidad crucial para discutir temas de relevancia para nuestro tiempo, como el impacto de la IA en la democracia y los derechos humanos. La discusión se centró en cómo este fenómeno está influyendo en nuestro panorama electoral y en los desafíos que plantea para la toma de decisiones informadas por parte de los ciudadanos.
Un aspecto clave que se destacó fue el volumen de información que un votante tiene que procesar si quiere tomar una decisión electoral fundamentada. Con unos cuarenta partidos políticos participando en las elecciones y cada uno presentando 230 candidatos al Congreso, además de sus respectivos candidatos a la presidencia y vicepresidencias, el volumen de información disponible es abrumador.
Un análisis preliminar estima que un político nacional con relevancia moderada puede generar entre 50,000 y 500,000 resultados en una búsqueda en Google. Esto implica que el ciudadano que desee informarse adecuadamente tiene que revisar millones de documentos, audios y videos. En la práctica, esto es imposible para una persona promedio.
Aquí es donde las herramientas de inteligencia artificial podrían jugar un papel crucial. La IA tiene el potencial de procesar grandes volúmenes de información de manera eficiente, permitiendo la elaboración de mapas de tendencias y rankings de idoneidad basados en múltiples variables. Esto podría proporcionar a los votantes una visión clara de los candidatos disponibles, ya sea que sus simpatías se inclinen hacia la derecha, la izquierda o el centro.
En lugar de navegar por un mar de información sin fin, los ciudadanos podrían acceder a análisis precisos que les ayuden a tomar decisiones informadas.
Sin embargo, este enfoque plantea un desafío significativo: la necesidad de garantizar que el análisis realizado por la IA sea imparcial. La posibilidad de que los algoritmos utilizados puedan introducir sesgos en el análisis es una preocupación real. Si las preferencias del diseñador de la IA influyen en los resultados, se corre el riesgo de que ciertos candidatos o partidos sean favorecidos injustamente. Esto no solo comprometería la integridad del proceso electoral, sino que también podría socavar la confianza pública en la IA y en el sistema democrático en su conjunto.
Para mitigar este riesgo, algunos expertos sugieren la implementación de múltiples modelos de IA que reflejen las distintas tendencias y preferencias políticas. De esta manera, los ciudadanos podrían elegir el modelo que mejor se alinee con sus valores y creencias, asegurando una mayor diversidad de perspectivas. Sin embargo, esta solución no está exenta de problemas. La multiplicidad de modelos podría generar confusión entre los votantes y, en última instancia, perpetuar la polarización política.
La pregunta sobre la imparcialidad de la IA en el análisis político nos lleva a una reflexión más profunda sobre el poder y las limitaciones de esta tecnología. Tal como lo planteó Borges en su poema “Ajedrez”, donde reflexiona sobre la existencia de un poder superior que mueve las piezas del tablero, podemos preguntarnos: “Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza?”. En este contexto, podríamos preguntarnos: ¿Quién controla realmente el proceso de toma de decisiones asistido por IA? ¿Hasta qué punto podemos confiar en que estas herramientas actuarán en el mejor interés de la sociedad?
En conclusión, la IA ofrece oportunidades emocionantes para mejorar la calidad del proceso electoral, permitiendo a los ciudadanos tomar decisiones más informadas. Sin embargo, es crucial que abordemos los desafíos éticos y técnicos asociados con su uso, asegurando que los algoritmos sean transparentes, imparciales y accesibles para todos. Solo así podremos aprovechar plenamente el potencial de la inteligencia artificial para fortalecer la democracia y los derechos humanos, en lugar de socavarlos. La cumbre sobre IA organizada por la Embajada de los Estados Unidos y la Universidad de San Martín de Porres ha abierto un espacio valioso para estas discusiones, y es vital que continuemos explorando estas cuestiones en profundidad.
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