Premiando la incapacidad
Tal como lo anunció EXPRESO en primicia, Gustavo Lino Adrianzén Olaya fue nombrado representante permanente del Perú ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El miércoles último, el presidente del Consejo de Ministros, Eduardo Arana, y el canciller Elmer Schialer confirmaron la noticia en conferencia de prensa y destacaron —según ellos— que tiene las cualidades profesionales para el puesto. ¡Claro, si en su momento fue su jefe!
Arana sostuvo que Adrianzén cuenta con todas las cualidades suficientes para asumir el cargo y señaló que la propuesta fue hecha por el ministro de Relaciones Exteriores, Elmer Schialer. “Es una propuesta que hemos recibido de la Cancillería y que consideramos muy atinada. Esperamos que el desempeño que pueda asumir el señor Adrianzén en las Naciones Unidas sea tan exitoso como el que realizó ante la OEA” (?).
Por su parte, el representante de Torre Tagle destacó que la propuesta presentada por su cartera fue aprobada por unanimidad y recalcó que Adrianzén tiene la formación diplomática requerida para el puesto. Sin embargo, eso no se ajusta a la verdad: nunca estudió en la Academia Diplomática.
El excanciller Javier Gonzales-Olaechea fue mucho más contundente al afirmar que, para desempeñar tan alto cargo representando al Perú, se debe ser diplomático, experto en asuntos internacionales y hablar al menos dos o tres de los idiomas oficiales de la ONU. Agregó: “Tengo entendido que Adrianzén habla solo... español”.
Recordemos que Adrianzén, antes de asumir la presidencia del Consejo de Ministros, fue representante del Perú ante la Organización de Estados Americanos (OEA) durante el gobierno de Dina Boluarte. El expremier renunció a su cargo el pasado 13 de mayo ante la inminente censura que iba a aprobar el Congreso de la República en su contra, debido a su fracaso en la lucha contra la inseguridad ciudadana, la falta de liderazgo y/o idoneidad para solucionar la problemática de la delincuencia en el Perú. ¿Así va a representar al Perú? ¡Por favor!
Cabe precisar que, para ser representante permanente ante la ONU, se requiere un mínimo de 15 años de experiencia sustantiva y resultados en funciones de liderazgo a nivel internacional, incluyendo al menos cinco años en desarrollo, derechos humanos, Estado de derecho, consolidación de la paz o trabajo humanitario fuera del país de origen.
El representante permanente es el jefe de la Misión Permanente de su país y, por tradición, un embajador. El proceso de designación implica que el Estado elige a quien represente sus intereses y lo presenta mediante cartas credenciales al Secretario General.
Una representación ante la ONU no es un premio político. Debe responder a los intereses supremos de nuestra política exterior. Pero esto parece no importarle al gobierno de Boluarte. Lo que corresponde ahora es interpelar al canciller Elmer Schialer, que fue subordinado de Adrianzén.
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