Prensa corrompida, fiscales cuestionados
Así como los fiscales-actores Vela Barba y Pérez son tan implacables al perseguir los crímenes de corrupción del entramado conocido como Lava Jato, delitos que según ambos fundamentalmente han cometido apristas y fujimoristas –así de parcializados son estos funcionarios públicos–, igual de riguroso, severo, duro, inflexible debió haber sido el periodismo con estos dos inquisidores histriónicos de nuestro ahora politizado Ministerio Público. Nos referimos a que todo el periodismo nacional debió conducirse recíprocamente de manera pétrea, intolerante, inexorable con estos fiscales-actores, tras que ellos pactaran aquel contubernio con Odebrecht para condonarle más de S/ 4,500 millones del monto básico estimado por el Ministerio de Economía y Finanzas para fijar la indemnización que adeuda esta pervertida constructora por tantos actos de corrupción que ha perpetrado en nuestro país. La verdad es que, exceptuando a contados medios de comunicación –que actuamos con coherencia, independencia y honradez– la mayor parte del periodismo criollo no se ha comportado a la altura de las circunstancias. En concreto, no ha querido fiscalizar al milímetro la conducta de los fiscales Vela y Pérez, quienes han obligado al Perú a una transacción envilecida con la alta dirección de Odebrecht para que se acoja a la confesión sincera, delatando a preseleccionadas autoridades peruanas que, a criterio de los referidos fiscales, son las únicas que han recibido sobornos de la contratista por otorgarles obras y/o aprobarles adendas para encarecer sus proyectos. Incluso esta prensa envilecida ha aplaudido el sinuoso comportamiento de estos dos fiscales, quienes han decidido reducir en miles de millones de soles la indemnización que debería pagar Odebrecht, así como impedir que las principales obras ejecutadas por ella sean investigadas por la Fiscalía de la Nación. Por ejemplo, la Línea Amarilla, la Línea 2 del Metro, la Hidroeléctrica Chaglla, Gasoducto del Sur, etc. Ocurre, amable lector, que la llamada concentración mediática de la prensa peruana se ha prostituido a niveles nauseabundos. ¿La razón? La línea periodística de este grupo mediático –propietario del mayor número de empresas informativas del país– ha sido comprada por el oficialismo vizcarrino apelando a la corruptela de la publicidad estatal.
Y a manera de amenaza –para neutralizar al periodismo independiente que defiende los intereses nacionales– la llamada gran prensa, aliada del Gobierno por la corruptela del avisaje oficial y cómplice de un Ministerio Público sometido al oficialismo, defiende la vileza de los fiscales Vela Barba y Pérez de mantener en secreto los términos del pacto traicionero que han firmado con Odebrecht. Peor aún, convino con la Fiscalía en algo más opaco: alegar que criticar el malhadado acuerdo implicaba una cuasi traición a la patria. La intención era consolidar a como diera lugar este pervertido convenio. Justificaban su misterio en que el pasado mes de febrero recibirían información “determinante” de los ejecutivos de Odebrecht. Falso. Regresaron con el refrito que repiten hace tres años. Inclusive la cacareada confesión de Jorge Barata –anunciada para la semana entrante– ha sido retrasada, revelándose así que Barata no declarará más a los fiscales peruanos para no enervar su acuerdo con la Fiscalía de Brasil.