Prestigio y capacidad de convocatoria

El prestigio de una nación es el ascendiente o influencia que se puede ejercer sobre otros Estados, en base a la captación de aprecio y reconocimiento sobre atributos propios. La política de prestigio involucra la capacidad de asociarse con otros elementos altamente reconocidos El país que practica una política exterior prestigiosa, como lo señala mi libro Relaciones Internacionales Modernas, evidencia una voluntad y capacidad de asociar valores comunes para consolidar sus intereses propios. De otro lado, la capacidad de convocatoria (en inglés convening power) es la aptitud para converger en un lugar determinado, a conveniencia del que la realiza, a distintos actores, así como a los más diversos intereses.

Ambos, prestigio y convocatoria, en la práctica, se retroalimentan. Así igualmente se puede hablar de capacidad de convocatoria cuando se lleva a la atención de otros actores internacionales temas de particular interés. Dos importantes reuniones de alto nivel están ahora a punto de realizarse. La Asamblea General de las Naciones Unidas, que se inaugurará la próxima semana en Nueva York, y la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos a inicios de octubre en Lima. En este sentido el retorno a la Cancillería del doctor César Landa, así como la del embajador Manuel Rodríguez Cuadros, no puede ser más oportuno. Ambos aportan gran experiencia y valorable prestigio internacional. Lo que es necesario, en circunstancias en que el mundo muestra peligrosa tendencia a una nueva polarización. Ello reclama que prevalezcan en nuestra política exterior principios y valores universalmente aceptados como son los Derechos Humanos y la libre autodeterminación de los pueblos, entre otros.

El mundo de hoy está amenazado por el quebrantamiento de la paz, así como la inflación y posible recesión, acentuada por la crisis energética y las restricciones en el transporte. A ello se suma la sequía en algunas regiones e inundaciones en otras. El gran desafío del Cambio Climático y la necesidad de preservar el medio ambiente son asuntos de interes común.

En un contexto más cercano en América, Lima será próximamente -con el apoyo del embajador Harold Forsyth- sede de la Asamblea General de la OEA que se realiza en circunstacias de que la integración y el trabajo en conjunto en la región cobra un relevante valor para la consolidación de la democracia y la lucha contra la corrupción; así como la atención de impostergables problemas sociales derivados de la desigualdad. También se debe afrontar en el marco de la OEA la necesidad de regular una migración en el contexto de una mayor justicia integradora.

Aquel Estado -en este caso el Perú- que logra reunir en su país a otros representantes de gobiernos, acumula prestigio y asimismo influye con mayor gravitación, en la agenda o el temario de los asuntos en que se buscan consensos. La labor de la diplomacia peruana en este propósito es silenciosa. No por ello menos exitosa. Ello es el reflejo de una diplomacia de excelencia. En este sentido debemos felicitarnos de contar con un Servicio Diplomático que reúne a profesionales altamente calificados que velan por los intereses permanentes del Perú.

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