Primarias generales presidenciales, una propuesta
La calculada destrucción del sistema de partidos políticos abrió espacios para que cualquier aventurero se considere llamado a ocupar Palacio de Gobierno, no para concretar determinado programa o aplicar una doctrina política, sino tan solo para satisfacer sus complejos y traumas, o simplemente, para saciar su avaricia. Así, para las presidenciales de 2016 nueve precandidatos fueron impedidos de participar o renunciaron antes de la votación; sin embargo, diez lograron poner su nombre en la papeleta y llegar al flash electoral. Diecinueve opciones que conspiraron, por la cantidad, contra la posibilidad de una decisión informada y razonada del elector. De todos ellos, solo tres lograron obtener más del 8% de los votos válidos en primera vuelta. Podemos afirmar que la pretendida participación del resto solo contribuyó a la confusión.
En 2021, dieciocho candidatos presidenciales lograron inscribirse y superar la insaciable guillotina de los organismos electorales, mientras que seis no lo lograron. Pero claro, muchos no representaban una verdadera opción política, sino un conjunto de ambiciones en torno a un individuo. Nuevamente, el elector promedio, que no tiene tiempo ni ganas de investigar trayectorias, propuestas y programas, se vio abrumado por un escenario pantagruélico de gritos, amenazas y denuncias cruzadas. En las peores condiciones posibles, cinco candidatos lograron superar el 8% de votos válidos: Pedro Castillo (18%), Keiko Fujimori (13%), Rafael López (11%), Hernando de Soto (11%), y Jonhy Lescano (9%). Mal que bien, allí estaban representadas las principales corrientes políticas existentes en la sociedad, en ese momento de la historia. El resto de candidaturas menores no contribuyó a la formación de una decisión clara. De haber participado solo esos cinco candidatos en la primera vuelta, quienes apoyaron a los otros trece candidatos hubieran podido influir en el resultado, otorgando mayor gobernabilidad al ganador final.
Por ello, en lugar de insistir en primarias abiertas y obligatorias al interior de cada agrupación electoral, lo que no solucionará ningún aspecto de la actual crisis política, debemos adoptar unas primarias abiertas, generales y obligatorias, a la manera de las PASO argentinas, para que todo aspirante a la presidencia deba presentarse, con su agrupación o de forma individual, con la intención de superar el requisito esencial para poder inscribir una candidatura presidencial: el haber obtenido como mínimo el 8% de losvotos válidos a nivel nacional en las primarias generales. La utilidad es manifiesta: se evita la confrontación entre aspirantes de un mismo partido, se desincentiva las pretensiones evidentemente marginales y testimoniales, se reduce a cuatro o cinco opciones de gobierno para la primera vuelta, y quienes pasen a la segunda tendrían más apoyo programático real que el que tuvo Pedro Castillo.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.