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Primera renuncia, primer aviso

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Fecha Publicación: 30/03/2020 - 21:50
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Como después de cualquier batalla, es necesario recoger las bombas y minas aún activas que pudieran poner en peligro a la sociedad. Entre esos artilugios ideados para la guerra, está la desactivación de los mecanismos destinados a mantener la unidad de los grupos parlamentarios, que sirvió para que Fuerza Popular pierda su mayoría absoluta, primero, y luego para que exploten todos, quedando la asamblea en manos de ‘independientes’ en busca de satisfacer la aspiración de liderar su propia bancada, lograr ubicarse en un ministerio o embajada, o simplemente, evitar el proceso penal a cambio de arrendar el voto. Apenas inaugurado el nuevo Congreso, la congresista Contreras ha juzgado necesario renunciar a su bancada del Frente Amplio antes de las dos semanas de labor. Está claro que su postulación en esa organización obedecía a un mutuo cálculo electoral y su alejamiento posiblemente a la frustración por no obtener la apetecida presidencia de la Comisión de la Mujer. Es obvio que aquí no existe el conflicto recogido por TC de la realidad europea, relativo a la ‘cuestión de conciencia’, pero si el Congreso no aprueba inmediatamente una ley mejorando los criterios jurisprudencialmente establecidos, repetiremos este año la interesada diáspora del anterior Congreso.

El hecho que la sentencia recaída en el expediente 0006-2017-PI haya citado a Edmund Burke para respaldar la postura ‘anarco-liberal’ del actual Tribunal Constitucional contra la necesidad de organización en los grupos parlamentarios del Congreso, denota cierta falta de comprensión del sistema uninominal con circunscripciones pequeñas. Cuando Burke expresó ingenuamente que no aceptaría directivas de sus electores, estaba rechazando el mandato imperativo al que eran sometidos desde la Edad Media los representantes de los ‘burgos’ por parte de las familias poderosas que auspiciaban sus candidaturas; en ningún caso se refería a su partido, el histórico Whig, pues se juzgaba razonable someterse a una cierta disciplina en las bancadas de la Cámara para permitir a sus voceros un manejo táctico de los discursos y votos de los miembros, siendo esta la única manera de acometer los engorrosos procedimientos parlamentarios y lograr los objetivos políticos para los que se había llegado a la Cámara.

A falta de verdaderos partidos políticos permanentes, que representen a sus electores, resulta imprescindible restablecer incentivos para que el congresista decida permanecer dentro del grupo parlamentario en el que fue elegido, sancionando políticamente su deserción, a menos que la batalla no haya sido contra el fujimorismo, sino contra el equilibrio de poderes y el propio régimen democrático.