¿Primero el rey o la reina?
En el juego de ajedrez, el rey es la pieza más importante pero es la reina la más poderosa. Ella, a diferencia del rey, puede moverse de forma ilimitada en el tablero, de protectora pasa con facilidad a su rol de atacante. Pero, lo que no puede hacer la dama, es saltar al rey, a sus piezas aliadas o a sus adversarias. Si alguno se interpone en su camino, deberá matarlo primero para poder avanzar.
Hoy tenemos a una silente y paciente Dina, no da entrevistas ni conferencias. Aparece casualmente, ensayando débiles argumentos de defensa en los casos de investigación contra Castillo, solicitando que se muestren las pruebas. Ella sabe su papel en el tablero, sabe que Castillo ya tiene a sus alfiles para defenderlo ante los medios y a su premier como su torre, para un oportuno “enroque”. Esta dama no se desgasta, sólo observa los movimientos a su alrededor con aguda atención.
Estamos próximos a la elección de Mesa Directiva del Congreso y las bancadas están en pleno cabildeo buscando consensos para votar por quien -en un probable escenario de vacancia presidencial- también pueda dirigir de forma interina los destinos de nuestro país y convocar a elecciones generales. Sin embargo, esto no será posible pues la sucesión constitucional manda que, de ser vacado Castillo le corresponde a su vicepresidenta, Dina Boluarte, asumir el cargo.
Permitirlo es dejar el Poder Ejecutivo en manos de quien hoy está incursa en un procedimiento de acusación constitucional que pretende inhabilitarla por haber ejercido el cargo de presidenta del Club Departamental Apurímac siendo a su vez ministra de Estado, sumado a otros graves cuestionamientos, que dejan en claro su conflicto de intereses. Es decir, dejar a Boluarte en el poder no tiene sentido si lo que se quiere es devolverle dignidad a la investidura presidencial desligándola de toda conexión al entorno de Castillo, pues ella sigue defendiendo el proceder impune del mandatario.
Hoy el Congreso debe buscar salidas ordenadas producto de la reflexión sobre los escenarios venideros. Comenzar por la elección de una Mesa Directiva con la suficiente capacidad de consenso, que asuma con liderazgo y evalúe con responsabilidad las posibles alternativas de salida constitucional; de tal forma que los avances en las reformas políticas como el retorno a la bicameralidad, no queden en manos de los adictos a presionar el botón de pánico, “que se vayan todos”, cada vez que peligra su cuota de poder. Porque no se irán todos; quedarán esos alfiles que al ver a su rey cercado, siempre optarán por patear el tablero para salvarse ellos.
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