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Promoción de ilusiones de suministrar gas al sur peruano

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Fecha Publicación: 21/07/2025 - 21:50
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La semana pasada ha sido prolífica en eventos públicos para tratar el tema del suministro de gas natural (GN) al sur de nuestro país, sin profundizar las aristas técnicas, económicas y financieras que la promesa implica, donde están involucradas empresas privadas, gobiernos regionales y el gobierno nacional. Para hablar del sur del país hay que salir de la generalidad; desde el punto de vista de los intereses, hay dos zonas: el sureste andino, que comprende a Cusco, Apurímac y Puno; y el suroeste, eminentemente costeño, de Arequipa, Moquegua y Tacna.
El ámbito andino es inviable económicamente de atender con GN, y el caso costeño sí tiene cierre económico y financiero, pero existen una serie de interrogantes sobre reservas de gas y de inversión en infraestructura que deben absolver la empresa interesada (TGP) y el Estado, a través del Ministerio de Energía y Minas y Proinversión.
El caso andino tiene dos vertientes: el abastecimiento directo mediante gasoducto desde Malvinas hasta Urcos y Anta, con derivación a Quillabamba, y lo que se llamó Gasoducto Sur Peruano (GSP), que involucra Cusco y llega a la costa en Mollendo e Ilo, donde ya existen termoeléctricas. El caso del suministro al Cusco también implica una planta de licuefacción de GN, para llevarlo a Andahuaylas, Abancay, Juliaca y Puno, lugares donde se regasificaría.
La inversión es del orden de 1,900 millones de dólares (MMUS$), imposible de recuperar con una demanda que no excederá los 50 millones de pies cúbicos diarios (MMPCD), incluyendo termoeléctrica en Quillabamba.
El problema del GSP es que la inversión de 4,500 MMUS$ requerirá, en un período operativo de 7 años, apoyo del tesoro público por 2,100 MMUS$ para la viabilidad financiera del operador, un imposible para la caja fiscal.
Las dudas sobre el Gasoducto Costero van por el horizonte de la inversión, estimada en 2,000 MMUS$, que no podrá exceder los 15 años por la escasez de reservas de GN y por la ampliación de la capacidad del gasoducto Camisea-Lima en sus primeros 200 km y de la Planta de Separación de Malvinas.
¿Quién se compromete a invertir en estas necesidades? Queda claro que la prédica es más voluntarista que técnica, y corresponde al gobierno sincerar cifras y responsabilidades.

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