Promoción no es privilegio: es nivelar la cancha

Los empresarios peruanos libran una doble batalla: contra la competencia y contra un Estado activo en poner trabas y excesiva regulación, pero incapaz de proveer infraestructura y logística adecuada que les permita competir en igualdad de condiciones. Por ejemplo, los productores de café y de cacao pagan fletes carísimos; sacar su producto de Jaén, Satipo o Pucallpa a los puertos puede costar más que enviarlo al exterior. ¡Inaceptable! Brasil y Colombia tienen poderosas políticas para impulsar la competitividad porque han comprendido que el Estado tiene que jugar como socio y allanar el camino; aprendamos a copiar lo bueno de nuestros vecinos.
La nueva ley de promoción agraria, el drawback o la devolución anticipada del IGV son medidas acusadas de distorsionar el mercado y de privilegiar a ciertos sectores, críticas que en estos casos vienen igualmente de economistas liberales a ultranza, dogmáticos que jamás han pisado la cancha como de la Izquierda. Esta última con su eterna cantaleta de que solo se favorece a los ricos, porque siempre preferirán un campo donde todos tengan un minifundio improductivo antes que uno donde la mayoría sea gran agroexportador y se genere riqueza y empleo formal. Siempre construyen su discurso desde la negación, deslegitimando lo que funciona sin presentar alternativas viables. Gustan de la riqueza en sus bolsillos producto de cargos y consultorías estatales, pero ni una sola palabra contra la minería ilegal. ¿Será acaso que tambien comen de su mano?
Por el bien del país, confiamos que nueva ley agraria será promulgada en los próximos días. Los detractores señalan que la recaudación tributaria del agro se ha triplicado entre el 2021 y el 2024, que se trata de una industria en ascenso y que no necesita ningún apoyo ni promoción. Se equivocan, esta actividad está expuesta a muchos factores exógenos, especialmente en materia climática y de mercados internacionales. Por ejemplo, Costa de Marfil y Ghana producían más del 60% del cacao mundial. En los últimos años sequías prolongadas y lluvias irregulares han reducido sus cosechas. El precio ha subido considerablemente favoreciendo a los agricultores peruanos pero a costa de la quiebra de los africanos.
El MIDAGRI ha declarado que este año la siembra de arroz se incrementará en 5.4%. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado de no incluirlo en el tan celebrado TLC con la India. El arroz recibe fuertes subsidios de dicho gobierno y su precio, artificialmente bajo, podría desaparecer a los productores locales. Nuestras autoridades lo saben y no pueden descuidarse. Afortunadamente, el CEPA firmado recientemente con Indonesia, ha excluido al arroz, porque si bien es un gran productor, a diferencia de la India, el consumo interno es altísimo y le deja poco margen para exportar.
Nadie puede discutir que la agroindustria formal es uno de los mayores generadores de trabajo, contratando a jóvenes y mujeres de zonas rurales donde no hay otras alternativas laborales, destacando que durante la pandemia fue el único sector que siguió creciendo y manteniendo alto nivel de empleabilidad.
El drawback, reducido a un 3%, es esencial para la supervivencia del 95% de las empresas que exportan en el Perú, un total de 6,615 micro, pequeñas y medianas. Sin esta devolución de aranceles simplemente quebrarían, sería una carnicería empresarial, arrasaría con ellas y seguramente su única salida sería regresar a la informalidad.
La devolución anticipada del IGV no es una exoneración tributaria como erradamente la calificó un ex ministro de Economía de Castillo sino la posibilidad de que las empresas que están en larguísima fase de pre-operación, puedan adelantar el uso del crédito fiscal. De lo contrario, el IGV se convierte en un costo hundido millonario desalentando la inversión. ¿Esperar más de 5 años para recuperarlo?
Conozcamos mejor la realidad de nuestro país y sus numerosas variables antes de criticar desde un cómodo escritorio.

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