Propongo deportación y expulsión de extranjeros que lo merezcan
Desde que abrimos nuestras fronteras con vocación humanitaria y de solidaridad internacional, principalmente para con la ola migratoria venezolana —a la fecha más de un millón y medio—, que decidió dejar el suelo que los vio nacer al constatar la enorme complejidad de la crisis del país debido al régimen dictatorial chavista que preside Nicolás Maduro que ha llevado al desastre económico a ese hermano país, nuestra vida nacional ha venido experimentando diversos cambios sociales.
Es verdad de que todo proceso migratorio internacional en el balance termina siendo positivo para el Estado receptor (Perú), pero también lo es que se produce un inevitable impacto en detrimento del propio Estado por las alteraciones a la tranquilidad nacional que sobrevienen por excepción por una porción, aunque muchísimo menor respecto del número total de migrantes, de evidente e innegable afectación.
A la fecha, han sido más de 22 mil venezolanos los que han registrado compromiso punitivo o delictivo en nuestro país, por supuesto con una muy elástica curva de gravedad o atenuación en la inconducta en el territorio nacional. Ante esta realidad visible e incuestionable es hora de que se tomen decisiones al más alto nivel gubernamental.
El reciente anuncio por el presidente del Consejo de Ministros de que así será deberá hacerse sin titubear, pensando en la integridad de los peruanos. Desde esa perspectiva propongo llevar adelante una firme y decidida política migratoria de Estado de deportación —para los extranjeros que se hallen dentro del territorio nacional de manera ilegal o irregular— y de expulsión para quienes son lanzados del país por haber producido una inconducta que resulta irresistiblemente intolerable como para que siga permaneciendo un solo instante más en el territorio del Estado dado al configurar su presencia una amenaza para el Estado y sus nacionales.
La medida, dictada sin prejuicios ni apasionamientos, debería incluir a los extranjeros de otros países y así antes de preocuparnos de ser tildados de país xenofóbico, deberíamos pensar en que los peruanos nos merecemos una vida nacional en paz y con feliz. A los extranjeros que han defraudado la buena voluntad político-social del Perú al recibirlos, deberá arrancárseles la confianza que les fue otorgada.
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