Propongo una hoja de ruta para que Siria no sea un Estado fallido
Mientras el secretario de Estado, Antony Blinken –sería el ministro de Relaciones Exteriores en el caso peruano– de los Estados Unidos de América, ha iniciado un viaje por el Medio Oriente, comenzando por su encuentro con el rey de Jordania, Abdalá II, con el objetivo de evitar que Siria termine balanceándose hacia los intereses rusos, que estaban muy bien posesionados hasta la caída del tirano, Bashar Al Assad, e Israel no detiene sus bombardeos sobre este país que sigue sin contar con claridad la tenencia del poder central –propio de los Estados fallidos–, que es fundamental para evitar la anarquía, los rebeldes, que lograron ingresar en Damasco, la capital siria y controlar temporalmente el país, son una compleja caja de Pandora pues realmente no se conoce si, de un lado, aceptarán las reglas para el establecimiento de un gobierno que sea la expresión genuina de la voluntad del pueblo sirio, el mismo que se levantó contra Al Assad, promovidos por la primavera árabe de 2010, o de otro, terminen levantando los rifles e instalen un régimen extremista que lleve al país a una penosa etapa de involución por la intolerancia que ya se ha visto en otras naciones árabes, en lo que sería una trágica involución, que por supuesto nadie quiere. La suerte de Siria no debe ser la de Libia a la caída del dictador Muamar Gadafi, precisamente por el impacto de la referida primavera árabe, que fue una corriente política y social que comenzó a tirarse abajo a las tiranías en Medio Oriente, dado que mostraron una intolerancia y abusos permanentes como práctica del poder, distinta y distante de la mayoría de las naciones árabes cuyos gobernantes, entre monarcas, presidentes, primeros ministros, sultanes, príncipes, jeques, etc., en cambio, han sabido conservar el respeto por sus pueblos que a su vez los quieren y respetan. Siria ha venido de soportar uno de los conflictos más cruentos de los últimos años en Medio Oriente y la capacidad de resiliencia de su propio pueblo hasta llegó a ponerse en duda por el impacto que produjo la guerra interna y las oleadas migratorias como consecuencia. Propongo que las Naciones Unidas pudieran liderar, junto a Estados Unidos de América, Rusia, Turquía y algunos otros países, directa o indirectamente relacionados al asunto sirio, una Hoja de Ruta para el salvamento o rescate de este país árabe lleno de historia y tradición en el mundo islámico. Esa será la primera tarea para la paz en el convulso Medio Oriente, pues la otra deberá suponer ir a fondo en el problema de Palestina con Israel, que sí asegurará la paz permanente para esa región del planeta.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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