¿Protectorado?

Los caviares han dado un nuevo paso demostrando lo que son capaces de hacer cuando no se salen con la suya o pierden poder. A través de una organización que los representa a ellos mismos y que no tiene un miembro en el parlamento, han emitido una petición a las potencias extranjeras occidentales como Estados Unidos o la Unión Europea para que cancele las visas a los parlamentarios peruanos, sindicándolos como promotores de una “dictadura parlamentaria” que busca la eliminación de la separación de poderes en el Perú. Explícitamente invocan los antecedentes de Venezuela, Nicaragua y Guatemala, comparando al Perú y su actual régimen político con esas dictaduras caribeñas. Esa es la narrativa o el cuento chino que los caviares a través de Coalición Ciudadana y sus múltiples redes y ONG afines está tratando de posicionar en el debate público. Esto, por supuesto, no es más que una farsa. Baste decir que si nuestra imperfecta democracia fuese la dictadura que ellos dicen que es o en la que se pudiera convertir, o estarían en una mazmorra o fusilados y no firmando peticiones ni promoviéndolas a gobiernos extranjeros. Lo cierto, lo concreto y lo real es que NO EXISTE ninguna dictadura parlamentaria, si por ello se entiende el consenso para obtener mayoría en determinados temas políticos. El Congreso peruano está atomizado, ninguna fuerza tiene mayoría como acaba de suceder, por ejemplo, en el Reino Unido, donde los caviares laboristas han obtenido una mayoría absoluta en las últimas elecciones parlamentarias. Lo que pasa es que los caviares han sido despojados del control que tenían en el Tribunal Constitucional o en la Defensoría del Pueblo y se hacen de la vista gorda con la serie de irregularidades en la Junta Nacional de Justicia a la que han erigido en un poder del Estado cuando no lo es. Su apuesta y defensa incondicional de la JNJ es que esta nombra, ratifica, sanciona y destituye jueces y fiscales como aquellos que han repuesto mediante sentencias a los miembros de ese organismo inhabilitados por el Congreso. Esa es la madre del cordero. Esa y además el hecho de que los caviares han fracasado en su intento de adelantar el calendario electoral a su conveniencia y desconocer (con los comunistas de comparsa) la sucesión constitucional de Dina Boluarte cuando Pedro Castillo (al que los caviares llevaron al poder con su voto u omisión) quiso dar un golpe de Estado el 7 de diciembre del 2021. El “argumento” más extendido de los caviares es que el Congreso actual “carece de legitimidad” según las encuestas, así como el gobierno de Boluarte. En otras palabras, buscan reemplazar la legitimidad constitucional y electoral por la voz de la calle, de la cual ellos, los caviares, serían representantes. Es más, cualquier iniciativa parlamentaria que no se acomode a sus intereses la llaman “contrareforma”, como si ellos fuesen el barómetro de la democracia liberal y representativa del Perú. Como siempre levantan la bandera de la “anticorrupción” que en sus manos ya parece un trapo sucio después de que han caído en el lodo varios de sus adláteres y compinches como la Villarán y un par de fiscales totalitarios de los cuales ahora toman distancia. Utilizan entonces su último recurso: el protectorado. Sobre todo después de que en el Congreso se busca mayor transparencia en la cooperación internacional de la que los caviares viven. Para ellos esa es la cereza de la torta. No quieren ser fiscalizados por nadie mientras ellos fiscalizan a quien les da la gana. Los caviares no entienden que en los países a los que ahora solicitan “protección” el modelo de democracia y “valores” que propugnan están sumamente cuestionados por las urnas como en las elecciones al parlamento europeo y la virtual reelección de Donald Trump a la Casa Blanca. Por último, está China que ronda y que tiene bajo su “protección” a todos los países donde pone el pie. Aquí ya pusieron un megapuerto. Si los caviares tuvieran un ápice de sentido común o de la realidad deberían estar más preocupados por un protectorado chino donde no tendrían ni voz ni voto.

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