¡Qué bien que no estemos tan mal!
En un contexto cargado de expectativas que determinan las condiciones de vida, es necesario moderar la incertidumbre empresarial y mitigar el desasosiego popular.
Esto se logra proporcionando, a través de potentes canales mediáticos, no sólo una adecuada evaluación de nuestra realidad económica, política y social, sino también a través de un liderazgo gubernamental confiable y que señale con determinación el rumbo a seguir.
Así, todos conoceremos qué perspectivas tenemos para los próximos doce meses, o más, y el porvenir que nos espera. De allí que surge una pregunta: ¿estamos tan mal como creemos?
Veamos la data.
A diferencia de 2023 que crecimos 0.3%, este año 2024 creceremos 2.5% del PBI. La inflación, impuesto oculto para la mayoría poblacional, estará en niveles apropiados, entre 1% y 2.5%. La tasa de cambio sol-dólar en rangos de 3.80 a 4 soles. Estos tres indicadores son mejores que los previstos para Latinoamérica, que crecerá 2.3%.
Muchos emprendedores incrementan o disminuyen sus actividades en función de estos datos, mientras que las medianas y grandes empresas apelan al desempeño de la macroeconomía.
En este ámbito, sus inversiones se ajustan a indicadores que provienen de una serie de consultores los que, a su vez, recogen información de BCR, INEI, SBS, ADEX, entre otros.
Guía importante es el Presupuesto General de la República.
Para 2024 asciende, aproximadamente, a US$ 52 mil millones. Cierto que conlleva un peligroso déficit fiscal que bordea 2.8% del PBI (asciende a unos US$ 232 mil millones) y los ingresos de la SUNAT no cubren el presupuesto.
Cerrar esta brecha significa lanzar bonos soberanos, apelar al crédito externo (que incrementa la deuda externa) o postergar inversiones públicas. Un apropiado resultado dependerá de la independencia del titular del MEF.
En perspectiva, el desempeño del sector exportador es fundamental. Inesperadamente, en 2023 creció 1.1% con relación a 2022.
El total fue de US$ 64,355 millones. La minería y la agroindustria significó el 76%. Los altos precios internacionales del cobre, oro, zinc, hierro y plata, así como de las uvas, arándanos y paltas, contribuyeron a ese resultado. Así, la tendencia para este año es positiva considerando un Niño no catastrófico, el ingreso en producción de varias minas, el incremento de la producción y la certeza de que continuarán buenos precios externos.
En este contexto, la responsabilidad del Gobierno, del Congreso y de los operadores políticos son enormes. Los próximos pasos deben impulsar las inversiones locales y extranjeras. La minería y la agroindustria requieren facilidades y no piedras en el camino.
Hay gestos emblemáticos que fortalecerían la confianza, como la autorización para el funcionamiento de Tía María, la firma de la ejecución de la segunda etapa de la Irrigación de Majes, el cumplimiento de los contratos de peaje en Lima, la no aprobación de sucesivos retiros de las AFP, la lucha anticorrupción, la erradicación de las mafias y más.
Puesto los hechos en una balanza, se podrá apreciar que en economía no estamos tan mal como se cree.
*Por Javier Díaz Orihuela, exsenador de la República
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