“Que el Señor te bendiga desde Sion, todos los días de tu vida.”

Queridos hermanos, estamos ante el Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario. Las lecturas de este día nos invitan a estar vigilantes. La primera Palabra del libro de los Proverbios dice: “Una mujer hacendosa ¿quién encontrará? vale más que las perlas, trae ganancias y no pérdidas”. Esta Palabra está hablando de lo que es la acción de la mujer, la misión de la Iglesia, la misión que quiere hacer Dios contigo, Él quiere que tengamos ganancias y no pérdidas. ¿Dónde tenemos que invertir? En el discernimiento, si abres la mano al necesitado y extiendes al brazo al pobre, harías la mejor Inversión. El Señor quiere darnos esta lana, este lino del que habla la Palabra, que significa riqueza.

Respondemos con el Salmo 127: Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Bastante seguimos nuestros caminos, nuestras independencias, nuestros individualismos. Hermanos, sigamos el camino que Dios ha diseñado para todos nosotros. Continúa el Salmo: tu mujer como parra fecunda. Tener hijos es tener una riqueza. Los invito, hermanos, a tener estos hijos de la fe y de la Iglesia, alrededor de la mesa para que puedas transmitir los grandes valores de la eternidad, es decir, la sobrenaturalidad a la cual Dios nos llama a vivir como cristianos, y entonces tendrás prosperidad todos los días de tu vida.

También San Pablo en la carta a los Tesalonicenses nos dice: estad despiertos, no durmáis, porque el Hijo del Hombre viene como un ladrón. El Señor nos sorprende, estemos vigilantes y despejados porque el Señor llega sin avisar. Fíjense, quién iba a predecir estas guerras, todos estos accidentes que tenemos. Hermanos, aprovechemos el Kayros, el momento de Dios.

El Evangelio nos dice lo mismo, está hablando de la parábola de los talentos. ¿Qué son estos talentos? No son capacidades o valores humanos, sino tener el Espíritu Santo, como las vírgenes prudentes de las que hablaba el Evangelio la semana pasada. Y dice el Evangelio que al que le había dado un talento, le devolvió el mismo, porque juzgaba al Señor: será que quiere instrumentalizarme con el dinero. Hermanos, qué importante es vivir la vida en plenitud, que es a lo que viene Jesucristo, a que experimentemos el Reino de los cielos. Dios nos ha creado para ser felices, para tener eternidad.

Por eso, deseo que el Espíritu Santo que nos ha dado Dios, las virtudes sobrenaturales que nos ha dado, los pongamos en práctica, salgamos de nuestra instalación y burguesía y pongamos en práctica este talento.

Que la bendición de Dios Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo esté con todos ustedes.

Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. Del Callao

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