Que las Naciones Unidas paren las guerras
Si bien es verdad que si no existiera las Naciones Unidas, como el más importante organismo internacional que congrega a 193 países de todo el orbe, el mundo estaría preocupado de crear algo parecido a la ONU, que permita hacer el mayor de los esfuerzos por mantener la convivencia pacífica entre todas los pueblos que conforman la comunidad internacional; también es verdad que, la sociedad de las naciones que la conforman no funciona de una manera tal, en la que la democracia que se exige en al ámbito interno de todos los países que agrupa, no tiene la misma fuente de inspiración cuando se trata de tomar decisiones en el marco de este organismo internacional.
Pues, sin dejar de tomar en cuenta los varios complicados y difíciles momentos que, desde el año de su creación en 1945, le ocupo participar a la ONU para conservar la paz mundial, lo cierto es que la percepción que de ella hoy se puede tener es de su inoperancia y no efectividad, frente a dos conflictos bélicos mundiales donde el delito de lesa humanidad, por la cantidad de víctimas mortales que se vienen produciendo, ni siquiera es motivo de comentario de quienes se dicen especialistas en materia de política internacional.
El conflicto entre la Federación Rusa y Ucrania, que tiene ya más de dos años de actividad, con el subsecuente resultado de miles de muertes inocentes de uno y otro lado, además de los cientos de miles de millones de dólares que se están gastando en mantener vivo este enfrentamiento, tiene a los Estados Miembros de Naciones Unidos polarizadas sus opiniones o posturas, fundadas en concepciones ideológicas, económicas e interés político, esto último que tiene que ver con la intención de las grandes potencias, qué duda cabe, de continuar manejando el mundo de acuerdo a sus intereses orientados a mantener el control de la comunidad internacional.
Por otro lado, el enfrentamiento entre Israel y el pueblo palestino, en la Franja de Gaza, que ya ha cobrado más de 25,000 muertes, todas ellas inocentes e, igualmente, con una inversión en artículos bélicos usados, en la defensa y en el ataque, que supera largamente los varios centenares de miles de millones de dólares, coloca a la ONU en una posición de inoperante presencia, que complica lograr una solución viable a mantener una real convivencia entre dos pueblos.
Dejo a los internacionalistas, con sus particulares enfoques o puntos de vista que sean los que darán o no la razón a los países intervinientes en estos dos conflictos bélicos, para que nos expliquen las razones o fundamentos que tengan las autoridades de estos Estados para actuar como lo vienen haciendo. Pero, lo más importante, que es lo que no encontramos en los comentarios de los especialistas, es referirse a las personas que pueblan los territorios ocupados por las fuerzas militares y, sin estar directamente interesados, ven diariamente expuestas sus vidas, sin nada poder hacer.
Las grandes potencias que manejan el mundo, y que tienen la condición de Miembros Permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, son las que, dentro del conjunto de atribuciones que poseen, entre las que destaca la facultad de veto que tiene cada uno de ellas, hace mucho tiempo han debido de deponer sus apetitos e intereses de control de poder político en la sociedad internacional, para anteponer el derecho humanitario, como símbolo o fuente de inspiración de las decisiones de sus autoridades.
El dejar de hacerlo, y continuar tomando en cuenta la aspiración de seguir teniendo el control de la comunidad internacional, implica que, para todos los pueblos del mundo su destino está en manos de un puñado de autoridades nacionales, insensibles al riesgo que corren las personas que ven expuestas sus vidas, como consecuencia de la lucha por el poder de unos cuantos.
Hay que decirlo, y exigir a quienes manejan las Naciones Unidas que no sean cómplices del delito de lesa humanidad que, si no se han dado cuenta, hace mucho rato se viene cometiendo.
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