¿Qué se quiere de los colegios?
Sin duda, es una pregunta que busca no la confrontación sino la reflexión. Un caballo de carrera cumple con su cometido si el peso del jinete se encuentra dentro de los requisitos y sentido de la competencia. Mas, si unos al ver corceles briosos y vigorosos, alegaran que pueden resistir más peso; otros en cambio, para promover masivamente el deporte hípico sugirieran liberar los límites de tamaño, peso y la relación del jockey con el caballo; y, si ambos, valorando al extremo la seguridad, propusieran reducir la distancia y la velocidad de las carreras, cualquier persona desconcertada legítimamente exclamaría: ¡parece, pero no es una verdadera carrera de caballos! Podríamos retrucarle: - ¿por qué lo dices? A lo que manifestaría: - “Se mantienen los actores, pero su esencia se ha aguado”.
Esta alegoría, en el contenido y en los criterios, no se alinea; sin embargo, en lo relativo a su espíritu, sí que se podría aplicar a lo que ocurre con los colegios en la actualidad. En mis recuerdos navega con el viento a favor cuando se implementó la instrucción militar, no sé si fue por razones pedagógicas o por motivos ideológicos. Más adelante, se decidió reescribir y enseñar la historia del Perú desde la óptica marxista y progresista. Con la presencia de los gobiernos de izquierda – Humala en adelante – las contradicciones arreciaron: el Estado se erigió en el abanderado de la calidad y, por tanto, en el conducto de todo el sistema educativo. Los colegios corrieron el riesgo de ser utilizados como los canales para imponer el pensamiento único al amparo de las ideologías del socialismo del siglo XXI. Estos gobiernos no contaron con que, montados sobre la libertad de enseñanza, el crecimiento de los colegios privados fue significativo, solo detenido por la crisis económica de los últimos diez años.
En estos días, los colegios son presionados por el conglomerado tecnológico que ha “descubierto” que la solución – olvidan que la educación es un bosque y no un árbol – a la educación en el Perú, son las Tics y sus adláteres. Sin decirlo abiertamente, se escucha: los colegios deben convertirse en sus aliados y convertirse en centros de tecnología.
Algunos expertos al alimón con los medios de comunicación, buscan – en cierto modo – trasladar a los colegios la responsabilidad absoluta, tanto en la causa como en la solución, de los casos de violencia escolar. Las escuelas se han judicializado, personal ajeno dictamina empolvando a una de las partes. El Estado chapotea a gusto controlando, mientras los colegios se paralizan, por temor a recibir denuncias de oficio. A pesar de que la relación casos de violencia versus el número de matriculados en la EBR es de 0.08, (datos 2022) es menester que defendamos a la sociedad de los colegios, fuente de la violencia!
También a la escuela se le pide que se haga cargo del bienestar emocional, del corporal, de la educación financiera, de la cívica, tributaria, etc. Cada vez, por el peso que se le endilga, veo a la escuela menos segura de su identidad.
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